viernes, 30 de abril de 2010

Mito, realidad y arte

El Liróforo.
Gabriel Velázquez Toledo
Mito, realidad y arte.

La psicología moderna, es la ciencia encargada del estudio de la mente y el inconsciente humano. El Doctor Carl Jung, uno de sus fundadores, nos muestra en El hombre y los símbolos (:2002) que “hay aspectos inconscientes de nuestra percepción de la realidad… cuando nuestros sentidos reaccionan ante fenómenos reales, son trasladados en cierto modo desde el reino de la realidad al de la mente… dentro se convierten en sucesos psíquicos”. Señala también que en ese momento surgen los símbolos en el pensamiento. Se trata de una actividad realizada desde nuestro inconsciente, como asevera Jung, pues la conjunción de valores sociales propicia la creación de un lenguaje común, regido por ciertas necesidades sociales.
La mayoría de las veces el artista otorga valores predeterminados a figuras, ya sean reales o abstractas, transformada en imágenes, que subsiste en el entorno social. El símbolo es así resultado o producto, y acaso causa, de nuestra percepción del mundo, sin que por ello deba suponerse que constituya una copia tangible de la realidad, ya que la atribución del significado en los rasgos principales y más sobresalientes de la realidad percibida, constituye la síntesis eficaz de la observación de los seres humanos.
Joseph Campbell, alumno de Jung, dice en su libro El héroe de las mil caras, psicoanálisis del mito, (1959) que: “la mente corta en forma radical con las actitudes y normas de vida del estado que se ha dejado atrás”(17). Su interrelación con el psicoanálisis se plantea de la siguiente forma “gran número de las imágenes y ceremonias rituales, corresponden a las que aparecen automáticamente en el sueño desde el momento en que el paciente psicoanalizado comienza a abandonar sus ideas fijas de la niñez y a avanzar en el futuro” (17).
Si partimos de la afirmación del mismo autor de que “siempre ha sido función primaria de la mitología y del rito el suplir los símbolos que hacen avanzar el espíritu humano, a fin de contrarrestar aquellas otras fantasías que tienden a atarlo al pasado” (Campbell:1959:18), podemos encontrar la relación directa que el mito posee con la literatura y el arte, convirtiéndose en el antecedente primigenio de cualquier manifestación cultural. Además se debe resaltar que esta experiencia se retoma constantemente para la consciencia y la didáctica social.
La mayoría de las personas, encuentran difícil el estudio profundo de los símbolos que se encuentran depositados en el entorno social, como dice Jung: “la consciencia se resiste a todo lo inconsciente y desconocido” esto es lo que desarrolla una especie de animadversión hacia las manifestaciones artísticas, producto de la manipulación del pensamiento con factores y actuantes, como la televisión y su síntesis de emociones, apreciables con un mínimo de ejercicio intelectual, que desarrolla un rechazo natural a la creatividad.
Los elementos reflejados en los actos artísticos, que se recrean del pensamiento, llevan al análisis consciente del hombre, de su comunidad, su pasado y sus símbolos. Los elementos que se vuelven motivador-transformador del aprendizaje inconsciente, se representan entonces como el examen de la relación del hombre con su propio inconsciente y su entorno. Poco a poco se transforma el pensamiento y se muestra la reestructuración de los valores, intereses y necesidades, que se encuentran en cualquier manifestación de arte.
Por otro lado la relación de los estudios profundos que propone Freud para el inconsciente humano, representa, dentro de la narrativa, una aproximación hermenéutica, que abre las posibilidades de la interpretación de conductas e ideas de un personaje, la relación de este con su generador, la del autor con la sociedad y consigo mismo, así como una infinidad de interrelaciones de las causas que llevan al acto voluntario de generar, todo esto gracias también al profundo conocimiento cultural que debe poseer el analista, pues dichas relaciones son develadas únicamente para los eruditos y académicos.
Una visión de este tipo, puede propiciar en aquel que siente una empatía por las manifestaciones artísticas, una inteligencia emocional mucho más ágil, pues el ejercicio constante de la interpretación conlleva siempre la sublimación de valores, y en cualquier lugar donde este nivel de contemplación se alcanza, goza de una constante paz, pues sus inquietudes existenciales, se satisfacen con la crítica. Para esto, por supuesto, es necesario el impulso a espacios que fomenten dichas fortalezas, pues su ejercicio individual, aunque muy redituable, no ayuda a fomentar las bases de una convivencia social apropiada.

Bibliografía:
Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras, psicoanálisis del mito. FCE. México-Buenos Aires. 1959.
Jung, Karl. El hombre y los símbolos. Cátedra. Barcelona. 2002.

lunes, 12 de abril de 2010

El Rey en Acala, la historia verdadera de José Alfredo Jiménez en Chiapas.

El Liróforo.
Gabriel Velázquez Toledo.
El Rey en Acala, la historia verdadera de José Alfredo Jiménez en Chiapas.

Cuando pienso en el mejor pretexto para poder analizar un tema de mi más sublime interés, ineludiblemente pienso en un futuro lector, que exige siempre algo entendible, la razón del valor real que un ejercicio artístico tiene, o el ¿porqué chingados tengo que poner atención a ese “algo”, y qué lo hace tan en especial?
El libro El Rey en Acala, la historia verdadera de José Alfredo Jiménez en Chiapas, parte de una anécdota, que sucedió en la región céntrica de Chiapas, por lo tanto, sentimos que nos incumbe, como nos lo aseveran sus autores, los doctores en literatura José Martínez Torres y Antonio Durán.
Sin embargo ese es simplemente el gancho para conducir nuestra atención, hacia lo maravilloso de la crítica que sobre la obra de José Alfredo Jiménez se desempeña en este libro.
La anécdota remite a hace más de treinta años, cuando a un pequeño poblado de Chiapas, llegó el más grande de los compositores populares del siglo XX, al que además le regalaron un rancho, se emborracho todo el tiempo, y se reveló como un humano sencillo, que se quedó un día más a compartir con su compadre que le había sacrificado tanto por traerlo hasta acá y se transformó en toda una leyenda en el pueblo.
La crítica literaria que se incluye en el texto, nos devela el valor real que la obra de José Alfredo Jiménez, esconde detrás de sus canciones. Los mensajes, temas, valores, develan, como se asevera en el texto “un arte urbano de inspiración rural”, lo profundo de una cultura que se identifica con la miseria, pero que esconde latente un pasado glorioso.
La erudición con que se conduce el tema de las raíces prehispánicas de muchos de los dilemas ontológicos (es decir sobre la naturaleza del ser) de José Alfredo, como un juego dual entre el dolor y el placer, lo sagrado y lo profano, devela una conjeturación crítica empática a nuestra historia. La eterna espiral que consagra nuestra identidad.
Sin duda sacar a José Alfredo de la bohemia no es fácil, sin embargo la objetivización de los aspectos más memorables de sus composiciones, nos presenta una amplitud y perdurabilidad de la obra, expuestas en su claridad y sencillez. Según los autores “La simplicidad genial de los contenidos que se imbrican en las formas”.
Presentado hace un par de semanas en la biblioteca universitaria de la UNACH por Carlos Román y Enoch Cancino, el libro recibió una acogida por la comunidad universitaria, sin duda inusitada, pues además el humor con el que se desenvuelve y su sencillez, arrojan a un ejercicio de la lectura muy ameno e ilustrativo.
De muy reciente publicación, su llamamiento al ejercicio crítico en la disciplina de la apreciación es sin duda uno de sus más grandes aportes a la literatura Chiapaneca.
El libro además se encuentra a la venta en librerías de prestigio y en el multiforo cultural Casa Tomada para todos los interesados.