El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
Consumismo.
Hace todavía no mucho tiempo, antiguas tribus rendían culto a los dos solsticios que acontecían en el año, símbolo de final e inicio de ciclos; tales ceremonias se sustentaban en procedimientos paganos que justificaban su búsqueda ontológica, lo que permitía una satisfacción en la realización de un símbolo social que fortalecía una unidad.
Ahora estamos celebrando en el mundo lo que para algunos es el fin de un año, para otro el final e inicio de un ciclo, y unos más que sólo añoran las satisfacciones del ocio que la sociedad consumista ha pactado para elevar sus necesidades de vida. Conjuntamente con estas intenciones, se da una de las celebraciones más simbólicas del pensamiento occidental, el nacimiento del profeta Jesús, el inicio del mito, la razón de normas morales, tabúes y misterios, guerras e imperios.
No es posible separar el paganismo de la religión, pues seguimos rindiéndole culto a la generación de la luz, al que se le ve como un elemento simbólico del despertar de la conciencia, sea bien bajo la imagen de un símbolo religioso, o como la generación de la pleitesía a la ciencia, quien nos ha brindado a ésta, para manipularla a nuestro antojo.
La adoración moderna a la tecnología, no lo es tanto si suponemos la fascinación de los humanos de desvincularse completamente de todo aquello que le recuerda su proceder animal, al grado de sentirse superior a todos los demás, que le ha caracterizado desde el inicio de la civilización.
Esta conciencia de consumo, termina por transformarse en una necesidad, insertada por la guerra mercadológica de las empresas de comunicación, que logran saturar las conciencias de una hiperexistencia de necesidades específicas y con ello la enajenación del individuo, quien responde a dicho estímulo con la inversión de sus ganancias anuales, suponiendo con esto un aumento en la satisfacción de necesidades que gradualmente se van elevando.
Actualmente las fiestas decembrinas son víctimas de la depredación comercial, pues son uno de los negocios más lucrativos. La dependencia a los juguetes “modernos” son el rechazo cada vez más evidente del sentir espiritual, que se degrada ante la seducción de los placeres.
Eso no es nada, dichos placeres se han degradado ya al extremo de no representar más que una cotidianidad, que no espanta sino que nos despierta a un estado de embrutecimiento animal, más cercano que el de cualquier otro tiempo, pues esta misma degradación lleva a la vulgarización de los actos, poniéndonos nuevamente cerca de nuestra naturaleza esencial.
La moda, el cambio de los enseres “modernos”, no son más que diseños de piedras que brillan, la misma esencia animal nos hace mantenernos encantados por las cosas exóticas.
La búsqueda del exotismo caracteriza lamentablemente cualquier celebración que para el pensamiento contemporáneo es digno de ostentar. Dentro de poco utilizaremos taparrabos por que la moda lo considera kich.
La reflexión para estas fechas es sobre lo que hemos perdido, nuestro sentido se confronta con nuestras necesidades y termina perdiendo. Para la modernidad, lo único que queda es la interiorización de su intelectualidad, esto recordará lo importante que es ser feliz, recibir y enviar constantemente dicho mensaje, sino la esclavitud a las necesidades inventadas terminará por consumirnos por completo.
Comentarios: elliroforo@gmail.com
jueves, 17 de diciembre de 2009
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