Gabriel Velázquez Toledo
El Liróforo
Rubén Salazar Mallén. Soledad
Calinescu define como relato urbano, aquel en el que la ciudad interactúa con los personajes y los afecta profundamente. El héroe epopéyico se convierte en antihéroe en la novela moderna. Tal es el caso de una de las primeras novelas que se crearon en México con la temática urbana, Soledad, Rubén Salazar Mallén.
La interacción de los personajes con la orbe se da por sentada en cada una de las acciones. La ciudad representa el caos y el desorden, la saturación, la prisa, el humo, la aglomeración. La ciudad es la cotidianidad que se autocrea constantemente en medio del absurdo como se observa en el siguiente fragmento: “No es difícil explicárselo: desde veinte años antes vivía en la habitación en que despertó hace un momento. Veinte años permiten conocer no sólo los reflejos, sino también los ruidos y los olores de la más huraña alcoba”. La percepción de esa realidad, tal y como le sucede a Aquiles, el personaje principal, es de instantes “percatóse de que vivía en un lugar de la ciudad sucio y triste, en que la gente tenía un aire abatido de resignación y derrota”.
La condición del antihéroe le llega a Aquiles a base de su humanidad patética. Su soledad lo transforma en alguien débil, su cotidianidad lo abruma y la falta de acción en su vida lo degrada. “no me importa nada, nada. No soy un grande hombre, no soy un semidiós, soy simplemente Aquiles Alcázar; pero Aquiles Alcázar, jovenzuelos, ocupa su puesto porque trabaja, no por méritos revolucionarios o por recomendaciones.” Su vejez le afecta porque lo segrega de un mundo que observa distante, ajeno. El cambio le hace efectos negativos y se instaura en el lado contrario de las acciones.
Evidentemente la sanción a que se hizo acreedora por la censura del primer cuarto de siglo, es completamente una farsa, pues el lenguaje no es procaz (como se le acusó en su momento), por el contrario en sencillo y certero, trata de reflejar la condición real de las personas, lo rodea de elementos verosímiles, pero en ningún instante se permite la ofensa.
La novela se trasciende en un sólo día en que el personaje va dibujando su percepción del tiempo según se presentan los acontecimientos “Lo anterior había pasado en un tiempo brevísimo; mas tuvo la impresión de haber reflexionado largamente y en una exclamación de Torres, que rompió el hilo de su pensamiento, se le antojó exabrupta, a pesar de que sucedió casi inmediatamente a las palabras que un momento antes pronunciara”. Así es como el autor se repone a la sensación de inmediatez. Se sumerge en el pensamiento del personaje y logra con esto que se puedan comprender los pensamientos y reflexiones que transforman esa percepción.
Las técnicas de que el autor se vale para hacer la narración, son muy variadas, por un lado, se recarga en la introspección y el monólogo interior “Si no hubiera tenido la malhadada idea de buscarlos, nada habría ocurrido y yo no me vería entre las redes de estos ateos”, para poder dar voz a los sentimientos de Aquiles, pero recurre también al uso de un narrador metadiegético, omnipresente, que se encarga de narrar las acciones “La blasfemia hizo dar un salto a Aquiles Alcázar. Perplejo más que asustado o enfurecido, quedose viendo a su interlocutor con tamaños ojos, sin acertar a proferir la menor palabra”. El habla popular con que está hecha la obra, se presta a que el lector tenga una empatía con lo narrado, lo que sirve también para las descripciones de los escenarios y los detalles que le brindan verosimilitud al texto “La ancha calle del Monte de Piedad, con sus frescos camellones de un lado y sus casas de estilo colonial del otro, pareció fría y un poco hostil al señor Alcázar”.
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jueves, 5 de mayo de 2011
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