Los indignados.
En el mundo una serie de acontecimientos sociales han estado sacudiendo la conciencia de millones de personas que, al testificar cómo los privilegios de unos cuántos han terminado por corromper los sistemas económicos, llevando al colapso de los sistemas financieros; la diferencia es que ahora tanto en Europa, asia y América, salen a las calles a manifestar su inconformidad al grito de “estamos hartos”.
La manipulación de los recursos que las grandes empresas y bancos manejan en el mundo, ha terminado por generar un sistema especulativo en el que, mediante la enajenación, pueden servirse de los recursos que manejan a su antojo, permitiendo impunemente que se enriquezcan sin el correspondiente rendimiento de cuentas, a menos, claro, que algo salga mal y que la inminente bancarrota arrastre los bienes de los contribuyentes a saldos negativos, es decir pierdan su dinero, aunque es más acertado decir que son víctimas de un robo.
En México no estamos excentos de estos negocios, la venta de bancos que generan millonarios dividendos no reportan ante las arcas de Hacienda ni un solo peso, porque la administración nacional así lo permite, pero tienes que pagar IVA si un depósito en tu cuenta excede los veinte mil pesos, por poner solamente un ejemplo.
No está claro por qué si menos del 10% de la población ostenta el 90% de la riqueza en el país, seamos el resto los que tengamos que mantener a flote un sistema económico tan inequitativo. Por eso Wallstreet y las bolsas de valores en el mundo han encontrado en el movimiento de los indignados, una voz que está dispuesta a sostener que son los turbios negocios de las élites, las que originan nuestras grandes crisis económicas. La vorágine ¿Acaso somos culpables por no vigilar lo que esos grupos realizan? Pues si lo somos, ahora también lo seremos de sostener osados intentos por saber a lo que las élites juegan cuando estamos durmiendo.
Los gobiernos persiguen a delincuentes que, consideran, atentan en contra de los intereses de la sociedad (ahora vemos que la lucha contra el narco ha dado resultados poco alentadores en la percepción social, que se agravó con el culto que artistas, y la gente en general, participan para con estos mismos “delincuentes”, transformándoles en figuras idílicas que se contraponen contra quienes representan oficialmente la opresión), pero difícilmente dejan entrever que sus intereses se coluden con los de esas mismas élites que están dispuestas a compartir una tajada del pastel con algunos funcionarios, antes que permitir que la sociedad goce de beneficios que reditúen en la conformación de capital humano.
La indignación se vive a flor de piel, los medios alternativos (redes sociales, blogs, mails, videos, etc.) han hecho que los jóvenes despierten de ese letárgico sueño, volcando las espectativas a la construcción de una sociedad más equitativa. La primavera árabe es otro ejemplo de cómo las personas han adquirido conciencia de sus derechos. Ahora los jóvenes aspiran a lograr sostener un equilibrio entre los alcances de sus esfuerzos y su poder adquisitivo, a una vida digna en la que se les permita manifestarse libremente y tengan garantizado el acceso a la información, el gran pilar de la sociedad del siglo XXI.
Hace poco leía por internet un periódico nacional en el cual se realizaba una aseveración que dictaba que el movimiento de los indignados tiene un precedente en el movimiento que en 1994 se originó en los altos de Chiapas, los niños de aquel entonces aprendimos algo muy valioso de aquella dolorosa experiencia: no callar.
viernes, 13 de enero de 2012
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