jueves, 5 de septiembre de 2013
Los medios de comunicación ante la resistencia Civil
Los cambios brevemente anunciados de forma oficial por el gobierno, pero largamente denunciados por algunas voces de la izquierda considerada radical, tantas veces acalladas por los gigantes de la comunicación, han causado un caos que difícilmente se hubiera podido predecir. Bajo el discurso del “bienestar nacional” se han venido promoviendo cambios que más bien parecen introducir una tendencia privatizadora de servicios y recursos.
Lo anterior tiene dos interpretaciones, por un lado la de aquellos que están de acuerdo en elevar los niveles de calidad mediante la contratación de servicios, con la posibilidad de exigir cuando éste reduce su calidad o cambiar definitivamente de proveedor, esto se aplica incluso a la educación, la salud, la energía eléctrica, la telefonía y cualquier otro servicio que sea imaginable. Esto requiere de un ingreso fijo que permite de forma holgada mantener un ritmo constante de gastos por consumos. Por el otro lado se encuentra la población que no cuenta con las posibilidades de absorber los gastos que le permitan mejorar sus condiciones de vida, aquellos que viven con menos de 50 pesos al día y que no pueden aspirar asistir a un hospital de 5 estrellas, comprarse un iphon o asistir al Tec de Monterrey.
Las tendencias que las reformas traen, han violentado los derechos laborales, pero la sociedad civil no dimensionó lo que estas podrían ocasionarles, por eso no tuvo capacidad para manifestar su repudio por cambios que, en esencia, restan derechos que las luchas obreras y sindicales habían legado.
En el caso que vivimos actualmente con los profesores manifestándose en 22 estados de la república, podemos observar que los cambios verdaderos de las políticas educativas están enfocadas a restarle poder a un sindicato, pero en esencia no se ve una intención de favorecer a la educación, privilegiar el espíritu crítico y de conocimiento o romper los paradigmas de la tecnocracia.
En una sociedad informada no se permitiría que la manipulación de los medios de comunicación surtiera un efecto como el que estamos viendo al polarizarse nuevamente la sociedad con los que apoyan las voces que se levantan y los que desprecian que su comodidad se vea interrumpida. El linchamiento mediático sirve para que la sociedad direccione su enojo y frustración, muestran a un par de conductores frustrados mentando madres porque nada le salió bien en su día, transeúntes que apenas y pueden articular una frase coherente y juzgan con su ignorancia lo que no comprenden, les llaman flojos, mediocres y revoltosos.
¿De qué otra forma podrían hacerse escuchar los maestros sino es como lo están haciendo ahora? Se burlaron de ellos con mesas de atención a sus demandas que no tenían más intensión que serenar los ánimos, sus demandas no fueron atendidas. Luego vendrán encarcelamientos, represión y discursos mediáticos que exculpen a los funcionarios que, en cumplimiento de su deber, indiquen de qué forma deben guardar silencio, antes de que la siguiente reforma esté lista y el descontento popular se encuentre en una misma vía.
Los cambios son necesarios en cualquier parte, siempre encontrarán resistencia, sin embargo la imagen popular de que los gobernantes son personas insensibles que actúan para el bienestar del país imaginario en el que viven, beneficiándose junto con sus amistades, sin tomar en cuenta al pueblo, seguirá, a menos de que empiecen a demostrar que lo sustancial de un cambio en la política es que la sociedad se vea beneficiada y esto sucederá cuando su poder adquisitivo encuentre un equilibrio con las necesidades que le demanda la cotidianidad.
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