jueves, 2 de febrero de 2012

Un cambio sofisticado

Gabriel Velázquez Toledo
El Liróforo
Un cambio sofisticado
El primer cambio que la sociedad debe dar para crear un pensamiento a favor de una civilización refinada de las costumbres de convivencia, se debe dirigir a la inconciencia de un círculo de confort, que no permite a los integrantes de un equipo, llámese empresa, institución o iniciativa privada, realizarse en el impulso de actividades que impacten de forma positiva en una organización, con un trabajo estratégicamente dirigido a agilizar la formulación de bases que pongan precedentes de la mejor forma en que se puede contribuir a una causa.
Al igual que en la educación, las formas tradicionales de cacicasgos que se encargan de emplear autoritariamente a las fuerzas productivas de la sociedad, están en su mayoría, contaminados por una actitud apática, en la que su constante es “no hagas nada que no te corresponda, porque nadie te lo va agradecer”.
Desgraciadamente los habitantes de una ciudad como la nuestra depende, en su gran mayoría, de las instituciones públicas para solventar sus necesidades y generar el motor del aparato económico. Los compadrasgos siguen requisitándose a la orden del día y los puestos desde donde se debe coordinar a un equipo, están reservados para sus mejores amigos. Aunque esto implique un retroceso en la formulación de procedimientos eficientes.
A esto podemos sumar la incompetencia de quienes, siendo recomendados de alguna “alta autoridad”, se sienten inamovibles, de la misma forma en que son completamente inoperantes, ineficientes y la gran mayoría de las veces inactivos.
El cambio de paradigma se debe sentar sobre bases fuertes, de tolerancia y respeto a la máxima libertad permitida, dentro del máximo orden, no en la buena voluntad de ayudar a un amigo, que no es capaz siquiera de mantener su propia existencia en armonía. La corrupción, delincuencia y degeneración de valores, tiene que ver con la falta de una educación integral, que provoque en las jóvenes conciencias un sentido crítico, mediante la cual procurarse una concepción particular de la realidad en la que vive.
Por el contrario, atestiguamos el nacimiento de nuevas adicciones, que en detrimento de la conciencia crítica, abona permanentemente a la enajenación, llámense drogas lícitas e ilícitas, comida chatarra o contenidos poco participativos de parte de los medios masivos de comunicación e información, cualquier cosa que permita mantener bajo los efectos de la embriaguez colectiva, a la inteligencia de las acciones colaborativas-participativas.
Por eso el sistema (nosotros mismos) constantemente reaccionamos ante las personas que pretenden propulsar un cambio, rechazando su concepción positiva, sin la intención de ser coercitivos pues no se encuentra dentro de las responsabilidades que estamos dispuestos a cumplir, así como tampoco dentro de las obligaciones que tenemos que solventar necesariamente.
Con la visión de esfuerzos optimizados, podemos ahorrar un tiempo valioso en la reiteración de paradigmas y desperdicio de energías, que la mayoría de las veces son desperdiciados simplemente por ignorancia. Para esto se necesitan líderes que plenamente conscientes de su labor a favor de crear nuevas formas de convivencia, deben romper los antiguos paradigmas, buscando la socialización de la información y la formación de competencias en las personas, con la idea de expandir sus horizontes culturales y habilidades individuales.

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