El Liróforo.
Gabriel Velázquez Toledo.
¡El otro grito!
La noche del quince de septiembre es popularmente un día de fiesta que trata de exaltar un sentimiento de patriotismo, para identificarnos como parte de una sociedad, valiéndose de las imágenes de caudillos que dieron pie, con su lucha e idealismo, a la sociedad mexicana de hoy en día.
Los gobiernos locales de todo el país premiaron el esfuerzo y aguante de sus gobernado, por estos tiempos de crisis, que curiosamente no les han afectado mucho, llevando grupos de música, eso sí muy mexicana, en las principales plazas del país, para el entretenimiento y deleite del pueblo. Por si no fuera poco, para quien no lo pudiese ver en vivo tuvo transmisión vía televisión abierta para no perder detalles de La fiesta. Fuera del margen oficial, para muchos se ha transformado en un rito a invocarse anualmente, para la unificación del sentimiento patriótico-familiar, sumándose en lo particular a la fiesta de gozar de una libertad relativa, que le da la oportunidad de faltar a la escuela o el trabajo y actuar desmedidamente. El homenaje a los héroes libertadores de las conciencias oprimidas del siglo XIX y XX ha sido sustituido por una verbena popular que los vuelve figuras de su entretenimiento.
Y no es que esté en contra de celebrar escandalosamente la efusión que provoca un nacionalismo desmedido, no es lo mío. Pero sí estoy en contra de la falta de escrúpulos para celebrar sin conocimiento de causa o peor aún sin una filiación ideológica, una fecha. La gran mayoría de las personas que celebraron las pasadas fiestas patrias ignoran que Morelos fue un sacerdote y Mina un liberal español. Si seguimos así la identidad nacional histórica, será sustituida por mercadología especializada.
Para buena fortuna de la pequeña población inconforme con la enajenación mediática vulgar que se le ha impregnado al sentido de esta celebración, un colectivo de comunicadores celebró su campaña de festejos alternativos “El otro grito”.
El experimento cultura alternativo que dio varios sorpresas agradables con bandas de bastante buen nivel como “Vorágyne” y “la ruta” o “Luz verde” además de ofrecer un performance del colectivo “Teatro Quimera”, tianguis cultural y la participación de más de 22 bandas y cerca de 500 chavos de todas las edades, que se reunieron a celebrar el mensaje de libertad y armonía que tienen como principio los integrantes del proyecto de comunicación alternativo conocido popularmente por la banda como “radio Proletaria”.
El otro grito hizo convivir a metaleros con rockeros y skatos, bailar al más intrépido y acercar el gozo del arte popular alternativo urbano que en Tuxtla se está creando a los jóvenes, buscando demostrar lo que el respeto y la convivencia puede hacer.
“Es una provocación a la banda para actuar con conciencia” dicen los organizadores, “se trata de que alguien tenga la voluntad de organizar a las bandas y hacerse responsable de lo que sucede, y por eso nos organizamos, porque queremos difundir nuestro mensaje”.
Como críticos de la cultura en que vivimos, no podemos dejar de apreciar estos intentos tan afortunados de organización cultural, el enorme potencial que los jóvenes, por su carisma y energía, poseen, es sin dudarlo, una muestra de la nueva conciencia que se forja en la sociedad, ante las constantes agresiones que transforman la percepción de su realidad. “El otro grito” rescató del limbo discursivo oficialista, el mensaje de la independencia: libertad.
jueves, 17 de septiembre de 2009
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