El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
Ser Original.
Muchas veces he compartido la opinión de que nuestra sociedad contempla dentro de cada grupo social, una diversidad que compagina los caracteres de sus integrantes. Esto sale a flote porque siendo observadores, podemos darnos cuenta de la forma en que la conciencia de individualidad se transforma en una obligación y una necesidad. Termina siendo necesario seguir estándares, aunque sea de forma vulgar, de lo que los indicadores comerciales, morales y sociales, delimitan como correcto.
El ser original es por supuesto una de las características que, a la manera animal de exhibir sus atributos, se despliegan en la transformación de lo real en la conciencia del individuo. La inseguridad en el medio social, académico, intelectual, deportivo y un gran etcétera, lleva a un individuo a agazaparse en sus atributos, orillando a una transformación inducida por el mismo individuo, hasta lograr alcanzar al objeto de su deseo, sin importarle transformarse en un estereotipo.
La mayoría de estos estereotipos se dictan como necesarios en las series televisivas y en menor medida en libros, que parten del mito del inconsciente cultural colectivo que se imponen como elementos enajenadores de la conciencia libre y la necesidad de la crítica. Por eso es que tan a la mano existen determinadas personalidades que se imponen en los grupos, el galán, el intelectual, la popular, etc.
Pero qué podemos esperar cuando, quienes deben ser voz de la conciencia social, y me refiero a los artistas, académicos e intelectuales, han perdido el espíritu crítico, si es que alguna vez lo han tenido, y suplen sus carencias culpando a la sociedad, sin comprender su papel de reformadores de conciencias. Si creen que con pintar cosas bonitas o componer poemas que hablan de los eternos temas del amor hacen su aportación a la cultura popular, he de advertirles que esto termina por orillar a la mediocridad, pues significa la ausencia total de un ideal, una búsqueda y un deseo de trascendencia. Por la bohemia no se entregan premios, ni por satisfacer el ego en pequeños círculos, más bien íntimos.
La vanguardia son los grupos musicales que refríen sus canciones de éxitos populares de décadas pasadas, como si fueran incapaces de crear, la vanguardia son los parásitos compadres que viven del presupuesto, fusilándose temas completos, porque no son capaces de echar un vistazo en su propia conciencia para innovar. Y es triste ver, qué tan pocos son los individuos que buscan la libertad cada día con su arte, combinándola con la crítica y la humildad, tan importante en estos días dicho sea de paso. Las normas oficiales también contribuyen, pues alejan cada vez más los temas importantes que dan forma a nuestra identidad, como ha sido el caso del recorte a la historia mexicana que se impartirá en los niveles básicos de educación, sólo por citar un ejemplo.
Ser original es más importante que ser uno mismo. Aunque estemos mintiéndonos constantemente. Seguimos parámetros de quienes admiramos, un amigo, un artista, un familiar, y tratamos de confortarnos imitándolos en lo general, dejando para lo particular exotismos que nos “diferencian”. El entorno social termina volviéndose una competencia de egos y no de valores.
Nosotros, público de esa élite que nos comparte sus reflexiones, tenemos derecho de exigir un refinamiento crítico del discurso, porque la trascendencia ideológica de las sociedades se goza en el conocimiento. No es necesario comportarnos de alguna forma para conseguir aceptación, seguir los impulsos de libertad, moderados únicamente por la conciencia del respeto hacia los demás y realizando algún aporte significativo al mundo de las ideas.
Comentarios: elliroforo@gmail.com
jueves, 3 de septiembre de 2009
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