jueves, 22 de noviembre de 2012

El otoño recorre las islas. José Carlos Becerra

José Carlos Becerra (1937-1970) nació en Tabasco y es uno de esos prodigios del lenguaje que hacen de la poesía su mejor expresión. Amigo del gran escritor, coterráneo suyo, Carlos Pellicer, se hace poseedor desde muy joven, de un estilo particular, que lo caracterizaría y que llamaría la atención de grandes críticos de la época, como Octavio Paz, recogiendo sus versos en una antología de poetas jóvenes mexicanos, conocida como Poesía joven de México. Al serle concedida la beca de la Fundación Guggenheim, a finales de septiembre de 1969 salió para Nueva York y de allí hacia Europa. Murió en un accidente de carretera, en las cercanías de San Vito de los Normandos. Tenía 34 años de edad y había sido designado profesor invitado en la Universidad de Essex. La prodigiosa poesía de Becerra fue editada en el volumen El otoño recorre las islas en 1973, con un prólogo de Octavio Paz en que sabe dar bien cuenta de la relación del autor con grandes escritores latinoamericanos, entre los que cuenta a Lezama Lima. La correspondencia con muchos otros grandes escritores también es reunida en un apéndice del libro, con el que se enriquece el sentido de la interpretación de su obra. La temática obviamente es variada, se sostienen por momentos las reflexiones intensas, sobre sus emociones, sobre lo que observa y vive. Su estilo es atrevido, lo mismo habla de la desnudes que de la soledad, de la intimidad y el vacío, dejándose llevar por la continuidad de un ritmo permanente, transformado en una rica prosa poética. Se desliza de la ironía a la contraposición, con un sentido que logra sinestesias reveladoras, que alcanzan momentos de éxtasis. Becerra se revela a la forma común de versos de corto aliento que en la poesía moderna se haya tan altamente requerida. Por el contrario se permite describir escenarios que enriquecen la lectura, transformando de forma progresiva la descripción abstracta de una forma que se vuelve deseo o pasión, hirviendo en las palabras hasta transformarlas en una mezcla de colores e ilusiones. Sin embargo, a propósito confunde los sentidos del lector con la saturación de las imágenes, provocando un efecto inquietante, de la misma forma que cuando algo nos desconcierta, José Carlos hace gala de una riqueza de vocabulario que se mantiene al margen de lo vulgar, engrandeciéndose cuando la continuidad de su forma ofrece un paisaje clarificado, la reflexión intuitiva se revela como la solución del enigma que rodea a su poesía. La riqueza interpretativa que la obra de José Carlos Becerra ofrece, es sin duda reflejo de la posición de un escritor que sabe valerse de la metáfora para reforzar sus posturas temáticas. Utiliza las formas poéticas para desenmarañar su búsqueda ontológica, clarificándola, dejando que el otro yo, la conciencia del escritor, se revele, enunciando las emociones del hombre que se encuentra a sí mismo en las palabras.

jueves, 15 de noviembre de 2012

La mente del escritor

La mente del escritor Bruno Estañol es una de esas mentes complejas que tienen una tendencia a analizar el comportamiento humano en muchas dimensiones. Oriundo del vecino estado de Tabasco es narrador y ensayista, neurólogo y neurocirujano, que utiliza su formación para explorar la conciencia del ser humano y principalmente una idea que siempre ha obsesionado al hombre, la creatividad. Emula a muchos otros médicos que se dedicaron a la literatura, como Anton Chejov o Somerset Maugham y por supuesto en nuestro medio local no podía faltar Enoch Cancino y el inolvidable Rodulfo Figueroa. En su libro La mente del escritor explora la forma en que filósofos, científicos y artistas, han buscado descifrar el universo. Sus conclusiones se aproximan a que lo que han logrado es debido a un complejo proceso mental, pobremente conocido por las ciencias, en donde se conjugan elementos sociales, emocionales, sentimentales, intelectuales, e incluye un último elemento, producto de la casualidad o el azar y es la buena fortuna. Para Estañol no existe el artista in abstracto, ni como una realidad ontológica, sino solamente artistas que con disciplina y voluntad alcanzan sus grandes dotes y es gracias a ellas que logran legar sus obras de arte a la humanidad. Elimina la figura de las musas e inspiración, no negando su importancia como factor creativo, pero relegándolo a un segundo plano, cuando es la constancia y trabajo del artista lo que le lleva a crear. En su libro aborda el tema del cuento y lo transforma en un objeto de análisis. Reflexiona en la paradoja de que al escritor se le revela la anécdota (la fábula le llama), sin comprender a ciencia cierta su significado, sin ser este tampoco su papel. Además habla de la forma en que la experiencia individual condiciona la obra del autor, ya sea por la memoria de lo familiar o su opuesto, aquello que nos revive la sensación de extrañeza, como parte de los elementos que confieren una empatía a la lectura. En su libro también trata un tema recurrente, el papel del doble. Desde Borges hasta Poe, la gran mayoría de narradores han explorado la figura del doble como un elemento de identificación, pues se transforma en una imagen de lo probable (otros mundos, personas, acciones, decisiones o personajes). Estañol consigna: todos tenemos un mundo intransferible y secreto del cual podemos extraer historias. La habilidad del narrador para extraer, de forma involuntaria o inconsciente, palabras, momentos, acciones, características y todos aquellos elementos que se conjugan para crear una historia, es lo que le valdrá el reconocimiento de sus lectores, pues lo sutil de los mismos, se traducirán en la riqueza de matices y circunstancias, que los lectores aprecian en una historia. Sin embargo, la creatividad como factor de cambio en la humanidad, ha sido de vital importancia. Einstein dijo en alguna ocasión: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. Grandes científicos han alcanzado epifanías mientras duermen. Otros más como es el caso de Newton, que descifró las leyes de la gravedad, éxito alcanzado a partir de una obsesión desarrollada sobre dicho conocimiento, hasta el punto de dedicar toda una vida a su reflexión y conseguir de esta forma desentrañar sus misterios. Abrevar de los Arcanos de la naturaleza, es sólo una más de las manifestaciones de la creatividad, pues a la observación tienen que seguir las abstracciones de lo real, que lo transforman en un conocimiento, y para ello se requiere buena dosis de creatividad científica. Estañol está convencido de que así como hay mentes muy jóvenes que revelan una súper sensibilidad para ejecutar artes y ciencia, también hay una formación que puede llevar al hombre a transformarse en una luminaria que se equipara a la genialidad de los superdotados, solo necesita voluntad, disciplina y una idea que desplegar, para que con el paso del tiempo adquiera los dotes necesarios que permitan su desarrollo. La mente del escritor, está disponible en la editorial Cal y Arena y es altamente recomendable para aquellos que quieran realizar una reflexión sobre el quehacer creativo.