miércoles, 26 de mayo de 2010

Rosario Castellanos. Sabiduría, amor y fraternidad.

El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
Rosario Castellanos. Sabiduría, amor y fraternidad.

Rosario Castellanos (1925-1974), oriunda de Comitán de Domínguez, insigne escritora e intelectual brillante de las letras en nuestro país, representa para la mayoría de los chiapanecos, una figura que correlaciona un esfuerzo perpetuo por la superación intelectual y la diseminación de los prejuicios que su entorno social tenía impuestos. Dedicó una extensa parte de su obra a la defensa del empoderamiento de las mujeres (buena parte de sus escritos, derivan de su acertado ejercicio de observación y crítica de las costumbres de su región, donde hizo incapie en la situación de las mujeres y de grupos vulnerables autóctonos) labor por la que es recordada como uno de los símbolos del feminismo latinoamericano, aunque ella no comulgara con este movimiento.
A nivel personal, sin embargo, su vida estuvo marcada por un matrimonio desastroso y continuas depresiones que la llevaron en más de una ocasión a ser ingresada a clínicas de salud.
Consideró a la poesía como "un intento de llegar a la raíz de los objetos" mediante la metáfora. Cada tema lo trataba ligado con lo cotidiano. Reflejó magníficamente el papel de la mujer en la sociedad de su tiempo, mediante una crítica permanente del enfoque sexista, ejemplificado en su cuento Lección de cocina: cocinar, callarse y obedecer al marido. Su obra de teatro El eterno femenino (1975), tiene carácter feminista, pues es la interacción de grandes personajes de la historia (Sor Juana, Teresa de Calcuta), con ella misma, es una traslación de la reflexión que mantuvo durante toda su obra, la Libertad para ejercer los derechos universales a la transición digna del papel igualitario que hoy en día las mujeres ejercen.
Constantemente son sus propios sentimientos los que se reflejan en sus escritos: en el cuento Primera revelación y la novela Balum Canan describe su experiencia de niña discriminada frente a su hermano; la novela Rito de iniciación, de connotaciones autobiográficas. se enfoca en los conflictos de una mujer que desea escapar de los prejuicios conservadores de la provincia y enfrentar la competencia profesional en la ciudad.
Pero lo más importante de Rosario Castellanos no está en su obra literaria. Su ejemplo de vida profesional, sin duda alguna, es el legado más grande que dejó a sus seguidores. En un país en el que aparentemente es necesario gozar de “favores” de políticos y dirigentes, para obtener un reconocimiento por una labor intelectual, una joven provinciana, se abrió paso con dedicación y tenacidad a lo que muchos considerarían el más osado de sus triunfos, imponerse como un talento, que con dedicación, esfuerzo y una gran fuerza de voluntad, se sobrepuso a los prejuicios de una sociedad que aparentemente no se encontraba aún preparada para recibir con tanta antelación a un talento femenino.
Enfrentarse al machismo de las letras, de la vida cotidiana y de su propia familia, le valió sin duda una de las experiencias más fortalecedoras de su quehacer. El apego a la disciplina, su decisión de ser escritora a pesar de todo y tomarlo como un oficio, le llevaron a decir que “me voy a esculpir aunque me cueste la vida”. Su notable voluntad para llegar a su meta le hacía decir cosas como "me amarraré a la silla a escribir escribir escribir, hasta q me haga poeta".
Su empatía fraterna por los pueblos indígenas, su convicción de la igualdad, que debía reinar entre la sociedad y a la que dirigió buena parte de su crítica, convirtieron en un acto de amor su esfuerzo educador y su imperiosa necesidad por ejemplificar el uso de la libertad para un empoderamiento productivo, la llevó a situarse a lado de grandes luminarias de la literatura como Ernesto Cardenal y Augusto Monterroso.

El ateneo de México

EL Liróforo.
Gabriel Velázquez Toledo
El Ateneo de México*.

García Morales nos presenta en su libro El ateneo de México 1906-1914. Orígenes de la cultura mexicana contemporánea, el sincretismo bajo el que los trabajos de los jóvenes del ateneo de la juventud, sentaron los precedentes de su formación, y los posteriores resultados que, para la intelectualidad mexicana, representaron.
Significativamente, sitúa a Pedro Henríquez Ureña, como uno de los principales promotores del grupo. Su formación en tierras dominicanas, lo transformó en un profundo humanista, cuya percepción intelectual se enfocó en transformar el cúmulo de conocimientos individuales, mediante la formación de un grupo de estudios, que fungió como catalizador de las energías intelectuales de jóvenes promesas de las letras en el país.
La importancia de movimientos literarios, como el propuesto por la Revista Moderna, permitió una concreción de elementos prometedores de aquella generación, cobijados bajo Savia Moderna, la juvenil versión de la anterior, que si bien no resistió a sus intentos de perdurar como una colaboración literaria, sirvió como antecedente a lo que después sería la Sociedad de Conferencias, cuyo ejercicio analítico-crítico, revolucionó el mundo cultural de México en la alborada del siglo XX.
El autor describe, de forma sencilla, en lo que parece más una biografía comentada del Ateneo de México, la forma en que se fueron concretando los esfuerzos del grupo de intelectuales jóvenes, sus paradigmas, estilos y dificultades.
El uso de fuentes directas y de segunda mano, dan con el propósito de sumergir al lector en lo que es el fantástico recorrido del grupo del Ateneo de México, hacia su formación práctica, pasando por la vinculación e importancia que tuvieron en momentos álgidos de aquella época, como lo fue desde la necesidad de transformar el pensamiento filosófico- humanista, hasta el impulso a la Universidad Nacional.
El pensamiento humanístico, la autoformación que se gestaron y su sentido crítico-artístico, son la base para el cambio social profundo, que paulatinamente tuvo efecto en la percepción de todo un país. Más importante aún, en la promoción de una intelectualidad crítica, que transformó la percepción de la labor que los intelectuales de América Latina, llegaron a sostener.
El autor tiene el acierto de dirigir, con la sencillez de su lenguaje, la transformación de la percepción de dichos jóvenes, pues su declaración negativa de solapar al régimen, incapaz de proporcionarles una verdadera educación de calidad, los hizo erigir instituciones; propiciando con esto el derrumbamiento ideológico de un régimen, falto de valores éticos hacia el conocimiento.
El texto es muy sistemático y sumamente referencial, lo que le concede una verosimilitud, pues no expone sus postulados a un simple ejercicio contemplativo, sino que se involucra en el proceso de creación de un movimiento intelectual, desglosando lo que en buena medida, son las razones profundas de los cambios que transformaron al país durante la primera mitad del siglo XX, pues los ateneístas, se transformaron en la influencia del resto de los movimientos intelectuales que le sucedieron.
Caso, Reyes, Vasconcelos, Henríquez Ureña, son sólo algunos de los nombres de aquellos jóvenes, que iniciaron en la pequeña sociedad de conferencias, una travesía por el derecho a la búsqueda del conocimiento. La funcionalidad de dichas estrategias, se encuentran a la vista, pues la transformación que propiciaron, llevaron a lo que actualmente gozamos como individuos en el país. Quizá reconsiderar las alternativas de formación de los jóvenes, dirigiéndolos su tendencia a las humanidades y el arte, podría dar una sociedad mucho más productiva que la propuesta por la tecnocracia.

*Alfonso García Morales. El ateneo de México 1906-1914. Orígenes de la cultura mexicana contemporánea. Sevilla. 1992.

jueves, 6 de mayo de 2010

defensa del goce estético

El Liróforo.
Gabriel Velázquez Toledo.
H.R. Jauss y la defensa de la experiencia estética.
La escuela de Constanza, a la que perteneció Hans Robert Jauss creó una corriente de análisis textual, que se centro en el ámbito de la "negociación" y "oposición" del significado que como observadores del arte, utilizamos. Esto implica que una obra de arte no es siempre aceptada por ser tal, sino que el observador interpreta los significados que le atribuye a aquello que le causa empatía, basado en su cultura y experiencia. La variación de este "fondo cultural" explica por qué algunos aceptan ciertas interpretaciones de una obra de arte y otros simplemente las rechazan. De esto se desprende que la intención del autor puede variar considerablemente de la interpretación que le dé aquel que degusta de la obra
Jauss, en su teoría de la recepción estética, dice que las obras de arte “únicamente existen dentro del marco configurado por su recepción, es decir, por las interpretaciones que de ellas se han hecho a lo largo de la historia”(1992:9). Dicho autor sostiene que la estética, acentúa de manera particular la historicidad y el carácter público del arte, al situar en su centro al sujeto que percibe dicha obra y el contexto en el que éstas son recibidas.
Gozar es la experiencia estética primordial, el arte así entendido, permite un modo específico de libertad, y contiene no pocas virtualidades morales y políticas. La estética es un intento por devolver al arte su dignidad cognoscitiva, en medida que renueva la percepción de las cosas.
El arte representa una estrategia contra la extrañeza del mundo. La desautomatización de lo cotidiano, elemento del que se compone toda manifestación artística, planteado por Víctor Shlovski, de la escuela formalista, se llena de códigos que deben ser decodificados, por medio del goce, a lo que Jauss llama “experiencia estética” exponiendo que: “a una obra de arte tenemos que comprenderla, antes de haberla comprendido” (1992:13).
Los sujetos no sólo experimentan algo acerca de sí mismos en el momento del goce, experimentan lo que es hacer y tener experiencias. Según Jaus, en el comportamiento estético, el sujeto experimenta la adquisición del sentido del mundo, pues la creación se transforma de una subjetivización mental a un objeto. El sentido de la modificación del sujeto que percibe, es apartarse de la orientación rutinaria que se brinda a los objetos.
La admiración o indignación que provocan los objetos estéticos, obedecen a una significación que otorgamos a valores específicos sociales, mediante el contexto en que nos desarrollamos. Aún así, las obras de arte, en su articulación, poseen las claves de la referenciación a la que se debe sujetar su interpretación. Por eso Jauss opina que “las formas del arte registran la historia de la humanidad con mayor exactitud que los documentos”(1992:23).
Actualmente, el significativo atraso en el que las artes regionales se encuentran sumergidos, no son muestra más que de la incapacidad institucional por proporcionar una completa didáctica del aprendizaje. El goce estético se ve limitado a la mera correlación empática de quien gusta del arte. Buscar mejorar dicha relación, implicaría una transformación completa en la ideología social, factor que por sí mismo, representa un atraso generacional con respecto al resto de los países de primer orden, que se encuentran más aventajados en su calidad humana.

Hans Robert Jauss. Pequeña apología de la experiencia estética. Buenos Aires-Barcelona-México. Paidós. 1992.

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