jueves, 17 de diciembre de 2009

Consumismo. (por aquello de la navidad).

El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
Consumismo.

Hace todavía no mucho tiempo, antiguas tribus rendían culto a los dos solsticios que acontecían en el año, símbolo de final e inicio de ciclos; tales ceremonias se sustentaban en procedimientos paganos que justificaban su búsqueda ontológica, lo que permitía una satisfacción en la realización de un símbolo social que fortalecía una unidad.
Ahora estamos celebrando en el mundo lo que para algunos es el fin de un año, para otro el final e inicio de un ciclo, y unos más que sólo añoran las satisfacciones del ocio que la sociedad consumista ha pactado para elevar sus necesidades de vida. Conjuntamente con estas intenciones, se da una de las celebraciones más simbólicas del pensamiento occidental, el nacimiento del profeta Jesús, el inicio del mito, la razón de normas morales, tabúes y misterios, guerras e imperios.
No es posible separar el paganismo de la religión, pues seguimos rindiéndole culto a la generación de la luz, al que se le ve como un elemento simbólico del despertar de la conciencia, sea bien bajo la imagen de un símbolo religioso, o como la generación de la pleitesía a la ciencia, quien nos ha brindado a ésta, para manipularla a nuestro antojo.
La adoración moderna a la tecnología, no lo es tanto si suponemos la fascinación de los humanos de desvincularse completamente de todo aquello que le recuerda su proceder animal, al grado de sentirse superior a todos los demás, que le ha caracterizado desde el inicio de la civilización.
Esta conciencia de consumo, termina por transformarse en una necesidad, insertada por la guerra mercadológica de las empresas de comunicación, que logran saturar las conciencias de una hiperexistencia de necesidades específicas y con ello la enajenación del individuo, quien responde a dicho estímulo con la inversión de sus ganancias anuales, suponiendo con esto un aumento en la satisfacción de necesidades que gradualmente se van elevando.
Actualmente las fiestas decembrinas son víctimas de la depredación comercial, pues son uno de los negocios más lucrativos. La dependencia a los juguetes “modernos” son el rechazo cada vez más evidente del sentir espiritual, que se degrada ante la seducción de los placeres.
Eso no es nada, dichos placeres se han degradado ya al extremo de no representar más que una cotidianidad, que no espanta sino que nos despierta a un estado de embrutecimiento animal, más cercano que el de cualquier otro tiempo, pues esta misma degradación lleva a la vulgarización de los actos, poniéndonos nuevamente cerca de nuestra naturaleza esencial.
La moda, el cambio de los enseres “modernos”, no son más que diseños de piedras que brillan, la misma esencia animal nos hace mantenernos encantados por las cosas exóticas.
La búsqueda del exotismo caracteriza lamentablemente cualquier celebración que para el pensamiento contemporáneo es digno de ostentar. Dentro de poco utilizaremos taparrabos por que la moda lo considera kich.
La reflexión para estas fechas es sobre lo que hemos perdido, nuestro sentido se confronta con nuestras necesidades y termina perdiendo. Para la modernidad, lo único que queda es la interiorización de su intelectualidad, esto recordará lo importante que es ser feliz, recibir y enviar constantemente dicho mensaje, sino la esclavitud a las necesidades inventadas terminará por consumirnos por completo.

Comentarios: elliroforo@gmail.com

domingo, 6 de diciembre de 2009

El valor real de la academia.

El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo.
El valor real de la academia.

Hace algunos días tuve la mala fortuna de encontrarme en mi correo electrónico, una serie de tres videos pequeños en los que se exhibía a una persona cometiendo faltas a la moral y la convivencia social, en contra de unos estudiantes en el Centro Cultural Jaime Sabines. El mail dice: “denuncia pública” en contra de la conducta de un catedrático de la Facultad de Humanidades de nuestra máxima casa de estudios.
¿Qué tiene que estar sucediendo para que esa misma persona sea acusada de maltrato e insulto a los estudiantes y personal administrativo en dicha Facultad? Se sabe que en dicha escuela han sucedido una serie de vergonzosos acontecimientos sin que se tomen reales medidas para solucionarlos. Por mencionar algunos que ocurrieron recientemente está: una denuncia por acoso sexual en contra de uno de los profesores ¡¡promovida por una alumna de intercambio!! Titulaciones express de alumnos que no tienen el mínimo nivel académico, maestros titulados en universidades de muy bajo prestigio, por cierto para agravar más el asunto, en ramas que en nada ayudan a la formación profesional de estudiantes que no sean de pedagogía, maestros y alumnos por igual asistiendo en condiciones deplorables bajo el influjo de enervantes, corrupción, degeneración y una profunda falta de visión académica, es lo que aparentemente guía los albores de la Facultad de Humanidades.
Pero no es cosa nueva, los alumnos son los mejores testigos de lo que diariamente sucede en ese centro de saber, que cuenta con una biblioteca poco especializada en las carreras que oferta, una planta docente construida a medias, con ex alumnos muchas veces recién egresados, con un aparato burocrático que se ha comido buena parte de la vida académica y por supuesto, del presupuesto de esta institución.
Aunque no todo lo que sucede en dicho espacio es malo, bien es cierto que los escándalos en que sus catedráticos la han inmiscuido, rompen con toda buena intención con que fue creada. Éste es el momento de exigir verdaderos cambios para la vida académica e intelectual que supuestamente debe existir en nuestra Alma mather.
Por eso desde aquí le solicito a las autoridades académicas tomar cartas en el asunto. La discreción con que han pretendido llevarse los cuestiones internas de la administración, en la que se han minimizado las repercusiones de los actos que tan bajamente se cometen, auspiciados por sindicatos, círculos corruptos de poder, dañan más que los alumnos comportándose como lo que son, jóvenes con excesos de energía, mal canalizada por la ignorancia y la ausencia total de sensibilidad y serenidad, que suponemos, caracterizan a un verdadero catedrático de Humanidades.
Recientemente se ha propuesto como premio Chiapas a un catedrático de dicha escuela que cuenta entre sus haberes el inventar un premio en otro país, que tras ser corroborado en las instancias correspondientes resultó ficticio, constantes denuncias de sus alumnos por el vano dominio de sus temas y la desfachatez de presentarse en estado de ebriedad a clases. ¿Qué mérito deben tener entonces aquellos que legítimamente debieran aspirar a una condecoración que se entrega por una ardua labor social y/o artística?
Y no es que se pretenda difamar a nadie, mas todo lo aquí dicho es del dominio de la Vox populis, susceptible de ser corroborado en cualquier momento. Una refundación, sustentada en valores académicos, que aparte a las huestes de Frestón, el cura y el barbero que queman la biblioteca de don Alfonso Quijano, que someta a juicio académico a todos los integrantes, retomando a los valiosos elementos que con su labor sostienen los estándares de dicha Facultad, es sólo el primer paso a dar rumbo a la profesionalización de las aptitudes académicas, para devolver la dignidad a este espacio, que debiera ser el epicentro de las ideas y debates en la ciudad.