domingo, 6 de diciembre de 2009

El valor real de la academia.

El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo.
El valor real de la academia.

Hace algunos días tuve la mala fortuna de encontrarme en mi correo electrónico, una serie de tres videos pequeños en los que se exhibía a una persona cometiendo faltas a la moral y la convivencia social, en contra de unos estudiantes en el Centro Cultural Jaime Sabines. El mail dice: “denuncia pública” en contra de la conducta de un catedrático de la Facultad de Humanidades de nuestra máxima casa de estudios.
¿Qué tiene que estar sucediendo para que esa misma persona sea acusada de maltrato e insulto a los estudiantes y personal administrativo en dicha Facultad? Se sabe que en dicha escuela han sucedido una serie de vergonzosos acontecimientos sin que se tomen reales medidas para solucionarlos. Por mencionar algunos que ocurrieron recientemente está: una denuncia por acoso sexual en contra de uno de los profesores ¡¡promovida por una alumna de intercambio!! Titulaciones express de alumnos que no tienen el mínimo nivel académico, maestros titulados en universidades de muy bajo prestigio, por cierto para agravar más el asunto, en ramas que en nada ayudan a la formación profesional de estudiantes que no sean de pedagogía, maestros y alumnos por igual asistiendo en condiciones deplorables bajo el influjo de enervantes, corrupción, degeneración y una profunda falta de visión académica, es lo que aparentemente guía los albores de la Facultad de Humanidades.
Pero no es cosa nueva, los alumnos son los mejores testigos de lo que diariamente sucede en ese centro de saber, que cuenta con una biblioteca poco especializada en las carreras que oferta, una planta docente construida a medias, con ex alumnos muchas veces recién egresados, con un aparato burocrático que se ha comido buena parte de la vida académica y por supuesto, del presupuesto de esta institución.
Aunque no todo lo que sucede en dicho espacio es malo, bien es cierto que los escándalos en que sus catedráticos la han inmiscuido, rompen con toda buena intención con que fue creada. Éste es el momento de exigir verdaderos cambios para la vida académica e intelectual que supuestamente debe existir en nuestra Alma mather.
Por eso desde aquí le solicito a las autoridades académicas tomar cartas en el asunto. La discreción con que han pretendido llevarse los cuestiones internas de la administración, en la que se han minimizado las repercusiones de los actos que tan bajamente se cometen, auspiciados por sindicatos, círculos corruptos de poder, dañan más que los alumnos comportándose como lo que son, jóvenes con excesos de energía, mal canalizada por la ignorancia y la ausencia total de sensibilidad y serenidad, que suponemos, caracterizan a un verdadero catedrático de Humanidades.
Recientemente se ha propuesto como premio Chiapas a un catedrático de dicha escuela que cuenta entre sus haberes el inventar un premio en otro país, que tras ser corroborado en las instancias correspondientes resultó ficticio, constantes denuncias de sus alumnos por el vano dominio de sus temas y la desfachatez de presentarse en estado de ebriedad a clases. ¿Qué mérito deben tener entonces aquellos que legítimamente debieran aspirar a una condecoración que se entrega por una ardua labor social y/o artística?
Y no es que se pretenda difamar a nadie, mas todo lo aquí dicho es del dominio de la Vox populis, susceptible de ser corroborado en cualquier momento. Una refundación, sustentada en valores académicos, que aparte a las huestes de Frestón, el cura y el barbero que queman la biblioteca de don Alfonso Quijano, que someta a juicio académico a todos los integrantes, retomando a los valiosos elementos que con su labor sostienen los estándares de dicha Facultad, es sólo el primer paso a dar rumbo a la profesionalización de las aptitudes académicas, para devolver la dignidad a este espacio, que debiera ser el epicentro de las ideas y debates en la ciudad.

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