lunes, 26 de agosto de 2013

Las ruinas circulares. Borges

“Nadie lo vio desembarcar…nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado… a los pocos días, nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del sur”. Así comienza la historia que Borges aborda en Las ruinas circulares, la ficción de un ser que puede estar sin ser, la unión de la especulación metafísica y de los universos paralelos, con la magia, producto de un personaje que se recrea como un fantasma, transformaron el estilo Borgiano, que dio un vuelco a los entramados complejos con que el autor aborda esta y otras historias que incluyó en Ficciones, propiciando un rompimiento con el paradigma de lo real que obligaba la tradición literaria a lo que se suponía era el pensamiento establecido. Borges no sólo utiliza los elementos de su particular cosmovisión sobre lo real-fantástico, para adentrarnos en la historia. Con sigilo, cuidando cada detalle de forma tal que podemos percibirlos de forma clara, las ruinas circulares son la expresión de la búsqueda ontológica, el sentido de la existencia, propiciando con esto el rompimiento de lo cotidiano. Los sueños y la imaginación son transformados en una realidad mística, un instante que existe para el personaje, para Dios, y para aquel que existe en él mismo, una especie de inconsciente que se manifiesta, sublevándose a lo convencional. La idea de un hombre que sueña a un hombre, a quien le enseña a dominar el mundo que le rodea, y que a su vez, es de la misma forma soñado por los seres superiores a quienes dedica su culto, es una reflexión del hombre que se encuentra con su propia divinidad. Su despertar a la realidad fatua lo hace reencontrarse. El fuego purificador arde pero no quema, devora su realidad junto al ser que es su creación en las ruinas de un templo que es el más sagrado lugar, la conciencia. Puede parecer un poco confuso, pero no es más que el retrato del eterno retorno, aplicado a la mística de la creación, que toma como punto de partida el sueño, pero que termina transformándose en una realidad, que sólo puede guardar sentido para quien realiza el sacrificio de despertar a la realidad. La significación de los símbolos, no puede menos que reflejarnos un ritual en el que los elementos purifican lo real, sublimando el agua, la búsqueda de la armonía, y culminando con el fuego, que reduce todo a la nada, en donde nadie existe, sólo una fuerza superior desconocida para quien la observa desde lo terrenal. Borges terminó por caracterizarse por construir historias que muchas veces tuvieron forma de ensayos, una mezcla de comentarios de críticos desconocidos y de autores y libros inventados, como Pierre Menard autor del Quijote, historias que en su complejidad dejan la satisfacción de representar un reto para el entendimiento del lector, lecturas recomendadas para aquellos que sienten la necesidad de buscar en la literatura una interpretación fantástica de la realidad.

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