jueves, 11 de febrero de 2010

La expresión popular del encanto: La Música

El Liróforo.
Gabriel Velázquez Toledo.
La expresión popular del encanto: La Música.

El ser humano ha vinculado a su humanidad, el sentido estético, que enmarca una serie de elementos identificados en el goce de la contemplación. Dentro de los valores exaltados constantemente, se encuentran la idea de la armonía y el ritmo, fusionados con el virtuosismo de la libertad, que encuentra en su expresión más simple, a la música.
Su capacidad de ser representada con, prácticamente, cualquier cosa, transforma su ejercicio en una de las escuelas humanistas más antiguas por excelencia.
La música se percibe como un mensaje que busca la empatía de un círculo popular. Los integrantes de dicho círculo, encuentran en las secuencias del lenguaje instrumental, un código de conducta, una apreciación estética y hasta un sentido en el ideal de vida.
La libre manifestación de esta expresión popular, se traduce en valores sociales de convivencia, como la armonía y la tolerancia. En un país donde la violencia marca el gravamen de su decadencia, los colectivos que giran en torno a expresiones culturales, han entrado al relevo, como conductores de la energía de grupos juveniles, que encuentran en su empatía por el arte, su disposición de ejecutar un contrato social humanista, que es la demanda popular actual.
La libertad de la palabra y el pensamiento son vitales, para su inserción en un sistema político-cultural, que rechazan por su esencia, pero al que están dispuestos a someterse, a cambio de recibir lo que brindan, respeto.
Tuxtla Gutiérrez posee un circuito callejero de tocadas de bandas urbanas de géneros como el metal, rock, reagge, ska, surf, hasta llegar a los géneros electrónicos. Sin tener una organización como tal, une constantemente esfuerzos de los diversos grupos, que se hermanan bajo el cobijo de la música, esto les ayuda a sobrevivir en un ambiente hostil. A este se suma un elemento de desestabilización institucional: la represión de las fuerzas públicas ─una reunión de jóvenes con extraños cortes de cabello y disfrazados como personajes de películas no puede ser bueno─ deben suponer las brillantes mentes de escritorio que se esconden en sus puestos de funcionarios, a la hora de señalar a quiénes no se les permite reunirse).
Éste fin de semana, en muchos puntos de la ciudad, se celebrarán una cantidad importante de eventos musicales, en que diversos géneros podrán apreciarse en escenarios construido más con voluntades que con intereses. Los jóvenes que se organizan para impulsar este tipo de evento, son los mismos que tocan, venden insumos y cargan con todo al terminar el show. Más admirable aún es que, a pesar de la represión constante en contra de sus costumbres, su necesidad por ejercer su derecho a la libertad y a la libre expresión, buscan reunirse constantemente, aún a pesar de que muy pocos salones prestan sus instalaciones para organizar éste tipo de eventos.
Aquí es cuando cobran sentido los multiforos culturales que están naciendo en la capital del estado, para los que quizá sería bueno, y esta es sólo una sugerencia para los administrativos que están a cargo de la legislación de estos espacios, tomar en cuenta su labor social, por encima de su ejercicio de gestión de recursos. La energía que estos espacios están encausando, consienten la transformación de un pensamiento juvenil que de otra manera, se encausa a la inactividad, el ocio y los daños que a estos males se relacionan.

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