jueves, 9 de septiembre de 2010

Brecht y Artaud. EL teatro y su poética

El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
Brecht y Artaud. EL teatro y su poética.

Bertolt Brecht (1898-1956) supone que “El teatro consiste en representar ficciones vivas de acontecimientos humanos ocurridos o inventados, con el fin de divertir”. Idea que a lo largo de su libro Pequeño órganon para el teatro, es muy recurrente, contraponiéndose al que fuera el predecesor del rompimiento con las estructuras formales del teatro en occidente, Antonin Artaud (1896-1948), quien buscaba en el “Teatro de la crueldad” una respuesta emotiva, derivada de la saturación y la intensidad. Ambos modelos transformaron a mediados del siglo XX, la concepción del teatro en su totalidad, propiciando una transformación desde su raíz.
Para esto Brecht cataloga las diversiones en Diversiones débiles y fuertes, (simples y complejas), las segundas más complicadas y ricas en aspectos “más contradictorias y preñadas de consecuencias”, es decir las que tenían una relación con el ejercicio de la apreciación. Brecht dice que “La tarea del teatro, como el de las otras artes, consiste en divertir a la gente. Esto le concede su especial dignidad”. Al igual que Aristóteles, opina que “Nada más alto ni nada más bajo que divertir a la gente”. Diferenciandose así de la dinámica de la “Reflexión inteligente” que Artaud propone para la apreciación de un espectáculo en todas sus dimensiones (música, plástica, drámática).
Brecht insiste en que las “diversiones de las distintas épocas fueron naturalmente diferentes entre sí, según las maneras que los hombres tenían de convivir”. La categoría histórico social nos ayuda a comprender la forma en que el espectáculo teatral era observado antes del surgimiento de sus nuevos valores “La inexactitud o incluso la evidente inverosimilitud, molestaba poco o nada, mientras que la inexactitud poseyera una cierta consistencia y la inverosimilitud fuera coherente”. No importaba que existieran inexactitudes o errores en las historias representadas, sino que nos apropiemos de los hermosos y grandes sentimientos de los protagonistas de la historia. Involucrar al espectador. Artaud busca, en el ejercicio de un teatro que busca involucrar las emociones del espectador con el ritual que los actores representan, igualmente que el público tenga un impacto positivo de lo que observa, pero éste derivado del shock que el espectáculo en sí le represente.
La opinión acerca del ejercicio poco profesional de los actores “comerciales” de la época que Brecht desprecia, se muestra en su opinión de que: “Lo que reduce nuestro placer en el teatro son las incongruencias en la representación de los acontecimientos humanos”, y aunque prepara de esta manera la ruptura con el teatro “ritualista” de Artaud para proponer la exploración libre de la escena en pos de un espectáculo inteligente y sencillo, desecha la búsqueda de la metafísica, interna e inconsciente de su predecesor.
¿Cómo deberán ofrecerse nuestras representaciones de la convivencia humana? ¿cuál es la actitud productiva frente a la naturaleza y frente a la sociedad, que nosotros, hijos de una era científica, debemos adoptarlas enteramente en nuestros teatros? Estas son las interrogantes que Brecht heredará de su tiempo y a las que tratará de responder con su ejercicio de lo absurdo. Y para la labor intelectual, propone “Nuestra actitud debe de ser crítica. Si se trata de la sociedad, revolucionándolas”. Busca llevar al teatro a revolucionarios sociales, es decir aquellos que son capaces de transmitir con una obra, determinado mensaje. “Que no olviden cuando están con nosotros, sus joviales intereses, con el fin de confiar al mundo a sus cerebros y a sus corazones, para que lo transformen según su criterio”. Artaud por otra parte, partió del precepto del “Ritual de la teatralidad” en su búsqueda de una liturgia cambiante pero profundamente inteligente, pero Brecht lo crítica gravemente: “Lo que les interesa a los espectadores en esos teatros, es poder realizar el engañoso cambio de un mundo contradictorio, por otro armonioso, o de uno no muy bien conocido, por otro de ensueños”. La realidad golpeó al teatro, presentando una nueva faceta: “El teatro tiene que comprometerse con la realidad con el fin de extraer representaciones realmente eficaces de la realidad”. Incluyendo los valores moralizantes de la sociedad en la que el acto dramático se presenta: “Y esto permitirá también que los espectadores disfruten con la moralidad específica de su época ligada a la productividad”.

1 comentario:

  1. Hola Gabriel gracias por agregarme, me intereso tu blog, preguntarte tambien si sabes algo del recopile de libros para los chicos de Altamirano, sabes algo al respecto ? Saludos.

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