viernes, 27 de enero de 2012

Los eternos inconformes

Gabriel Velázquez Toledo
El Liróforo
Los eternos inconformes

Hay eternos inconformes que manifiestan su obstinada campaña contra el sistema, como si se tratara de una guerra. Hay eternos seguidores del sistema que destruyen a cuanta débil mente se atraviesa por su misión, sino obedece a sus intenciones.
La sociedad alienada sólo ve polarizaciones en torno a tal o cual acción, atención direccionada por medios que manipulan interpretaciones de verdades a medias y que, aseguran, repercutirá de alguna extraña forma en el círculo de confort de cada uno, es decir su intimidad, su preocupación más inmediata.
La sociedad inteligente ve en estas acciones un juego de ideas que debe acomodarse a las necesidades inmediatas de las masas. Para nuestra fortuna, la sociedad del conocimiento pugna por el uso de las herramientas del pensamiento crítico, como parte de una filosofía de vida, aquella materia olvidada en los planes de estudio que enseña historia de la humanidad y no valores de vida.
El debate por la razón arrastra siempre decisiones arbitrarias e imposiciones irracionales, con tal de hacer imperar el orden, nuestro orden. La superposición de ideas nos lleva a forzar la misma interpretación de la realidad que nos obligan a reproducir, a fuerza de aprender a no pensar.
El internet ha abierto sus puertas para que millones de usuarios de todo el mundo tengan una forma de manifestarse. Hoy esas formas que gozan de un máximo estadio de libertad, son temidas, porque identifica a las masas, a las grandes minorías que son capaces de cambiar la percepción general, volcar las costumbres por acciones y propiciar el cambio, a través de creativas e innovadoras manifestaciones individuales, hasta llegar al desarrollo de una sociedad que expresa sus máximos intereses en sus propios ideales. Por eso gobiernos de todo el mundo pretenden acallarlos, porque saben de las dimensiones que puede llegar a cobrar esta herramienta en el futuro, cuando el nivel de posibilidades supere el de la imposición.
Sin embargo las cosas no son tan sencillas, para poder elevar a una sociedad a través del conocimiento, se necesita de una conciencia colectiva, dispuesta a nutrirse de información pura para, de esa forma, discernir a su conveniencia.
El proyecto es a largo plazo, desde la educación básica se debe dirigir la disposición de los alumnos a comprometerse con una búsqueda individual, que enriquezca su panorama, ofreciéndole alternativas, evitando que la eterna conspiración del sistema, llamado abulia, se presente en el ánimo de los miembros jóvenes de la sociedad. La lectura debe dirigirse a los nuevos contextos sociales, con la finalidad de proporcionarles nuevos referentes sobre aspectos específicos de su vida, como es el definir una forma de actuar.
Si el pensamiento crítico logra formarse en los jóvenes, obviamente habrá una transformación conceptual, se volverán los detonantes de formas alternas de convivencia, fortaleciendo valores y estrategias, permitiendo que el mundo de las ideas tenga una nueva forma, cercana a la realidad.
Cuando la filosofía retorne a ser una metodología de vida, perfectamente congruente y comprometida con valores que nacen de la propia conciencia individual, entonces estaremos hablando de que se ha alcanzado un estatus de convivencia social digno.

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