jueves, 4 de octubre de 2012

El Futuro del libro

¿Qué competencia es capaz de sostener el libro en contra de otras ofertas de ocio y cultura? En perspectiva el internet, los videojuegos, la televisión, incluso la música y el cine, tienen una economía de contenido, los mensajes suelen construirse con la intención de alcanzar un impacto inmediato. El libro compite exigiendo un esfuerzo intelectual y de concentración. Sin embargo a diferencia de las otras alternativas que pueden surgir, el libro tiene la atención preferente de subsectores, lo que le implica satisfacer necesidades e intereses diversos, como el académico, intelectual o simplemente de esparcimiento, generando una identidad entre dichos subgrupos y un tácito reconocimiento a la sabiduría que los temas tratados proveen. La digitalización de los órganos de información, entretenimiento, cultura, e incluso de la educación, plantea un nuevo escenario de competencia. Las posibilidades de que la lectura se adapte a los nuevos medios y acompañe a la evolución de la tecnología que pueda servir para reproducirla, es de vital importancia para su supervivencia en la supremacía del conocimiento. Las nuevas tecnologías e internet facilitan que cualquier persona, con el mínimo conocimiento, sea capaz de llevar a cabo la producción y promoción de un libro. Sin embargo no significa que cualquiera pueda convertirse en un editor. El papel del editor es cada vez más importante en un mundo en el que el exceso de información, provoca contenidos dudosos. La autoedición es una alternativa que ha permitido la aparición de modelos literarios novedosos, permitiendo que los valores se transgredan, desestigmatizando las normas tradicionales y adueñándose de una voluntad de crear sin restricciones ni parámetros de ningún tipo. Así el incremento abrupto de contenidos, refuerza el valor del papel del editor, pues la certificación de calidad sirve de referencia y garantía a un lector comprometido con una necesidad particular de aprender. Los autores han encontrado modelos para acercarse a un público cautivo; ellos asumen todo el proceso editorial: corrección, edición, difusión. Sin embargo no todos los autores tienen la capacidad ni el tiem¬po y re¬curren a servicios editoriales de terceros para determinadas tareas asociadas al proceso editorial. El libro tradicional sigue teniendo la mayor cuota de mercado, ofrece una gran facilidad de acceso a sus contenidos a través de librerías y bibliotecas; sin embargo el año 2011 fue clave en la producción editorial, ya que es el primer año que se publican más textos digitales (con el respectivo registro) que impresos en el mundo ¿un primer síntoma de una inevitable extinción? Los románticos podrán continuar con la acumulación de libros, pero la red dispone cada día de mayor cantidad de contenidos y es la principal forma de acceso a los mismos. Por eso se crean constantemente formas de acceso claras y sencillas, incluso más ágiles para los lectores, que ahora se hacen de nuevas herramientas. Hace 10 años la lectura gratuita estaba disponible solamente en las bibliotecas, lo que le valía el reconocimiento de templo del saber; ahora la red ha venido a desbancar dicho estatus. No deja de tener sus dificultades, por ejemplo el eterno dilema de la calidad de las traducciones se amplía al no tener, la gran mayoría de las veces, una referencia sobre quién es el traductor, su compromiso con el trabajo y conocimiento del tema, etc.; valor que le concede un plus a un editor, pues se trata del profesionalismo de un trabajo respaldado. Se ha construido un mercado dependiente de las formas gratuitas, que no gozan de un respaldo (por ejemplo la fuente wikipedia no siempre ofrecerá veracidad en sus contenidos, pues está sujeto a la colaboración de sus participantes). Los estudiantes depositan su confianza en la red para su preparación intelectual, a riesgo de no discernir los contenidos de forma adecuada y devaluar con esto la calidad de ciertas publicaciones. Los grandes medios de comunicación tratarán siempre de centrar el ánimo del consumidor en la lectura de entretenimiento, sin valorar otros tipos de contenidos, obedeciendo siempre a su conveniencia. Los libros dedicados al ocio tienen muchos productos sustitutivos, las fuentes de conocimiento por otro lado, no dejarán por el momento de servirse de esta forma, aunque la hibridación y la explotación de complementos multimedia, refuercen los procesos y las nuevas formas de conocimiento.

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