miércoles, 5 de noviembre de 2014

Yo quise pertenecer al Club de la Serpiente. Rayuela y el Jazz

Rayuela es una novela de giros, no sólo por su estructura alterada y alterable, sino por el cambio que representa en la percepción del lector, quien debe conceder su atención a la emoción que provocan los instantes mágicos. En pocas palabras hiperboliza porque todo está fuera del sentido común. Esta novela impacta en la conciencia, como debe hacerlo en el joven un radicalismo rebelde, para comprender cuál es tu lugar en el mundo. En este caso, se provoca una empatía provocada por una serie de personajes que por esta conducta “rebelde” están exiliados de la realidad que priva en sus países, como si el mal consistiera en privarse de una cotidianidad que la mayoría de las veces no conduce a ningún lugar y no el tener que huir de una muerte segura. El gusto manifiesto de Cortázar por el jazz, le llevó a tener experiencias que volvió orgánicas; por ejemplo tocó la trompeta y compaginó el resultado de esta habilidad con la escritura. Al realizar un experimento literario trató de emular, constantemente, la estructura del jazz (que se improvisa, calculando fríamente los compases desde el instinto del músico), permitiéndose la libertad como una memoria que segmenta los recuerdos, pues la conciencia del escritor interviene en la percepción de su obra. Su gusto musical se manifiesta en muchos de sus libros, por ejemplo en Libro de Manuel aparece este poema: “Yo ya no tengo tiempo ni me importan las modas, / mezclo Jelly Roll Morton con Gardel y Stockhausen, / loado sea el Cordero”. Esta fijación se transmite en sus personajes, al grado de recrear en historias como la de Johnny Carter el personaje del relato “El perseguidor”, que se inspira en la vida de Charlie Parker el famoso músico de jazz que durante mucho tiempo tuvo una adicción a la heroína, como también sucedió con Jhon Coltrane o incluso Ray Charles. Pero volvamos a Rayuela, que para mí es una visión alterna de la realidad que manifiesta lo que de otra manera sólo puede encontrarse materializado en la imaginación, como todo lo que atañe a la naturaleza humana. El jazz, dijo el propio Cortázar, es una música que permite todas las imaginaciones y que se nutre de la libertad, eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa en la literatura cortazariana. Tuvo la fortuna de vivir en el París de mediados del siglo XX. Por eso encontramos músicos como Sidney Bechet, Big Bill Broonzy, Benny Carter, John Coltrane, Duke Ellington, Dizzy Gillespie, y muchos más que el personaje tipo de Cortázar (Oliveira) a menudo su innegable alter ego, un purista del género, suele escuchar, y que no son más que los maestros de los orígenes del género, tales como: Bix Beiderbecke, Louis Armstrong o Fats Waller; de estos son los discos que, junto a sus compañeros de exilio que se hacen llamar El Club de la Serpiente, se reúnen para escuchar. La novela no sólo está basada en una polifonía que evocan al jazz, sino que es en sí una sesión de jazz que lleva por vericuetos que trasladan, en ocasiones, hasta las antípodas, en escenas como el célebre encuentro con la maga, en la nada de un París que recibe cientos de exiliados sudamericanos que huyen de las dictaduras militares, mientras desea encontrarla, evento mágico del que somos partícipes (pues esta sin más aparece a la vuelta de una esquina), razón por la que ha logrado compenetrarse en el ánimo de los lectores; después cambia de escala, insertando notas disonantes con las que revira el sentimiento generado un instante atrás, para crear otro distinto en el siguiente capítulo y después otro más. Rayuela encanta a sus lectores gracias a un pacto de verosimilitud que debe cerrarse alrededor de cierta fantasía que transcurre en la imaginación del escritor que es la de cualquiera que siga la historia; lo anterior para que la credibilidad que le reservamos tenga un efecto en la conciencia del lector. Estamos ante una fusión que permite alcanzar visiones alternas de la realidad, que manifiesta lo que de otra manera sólo puede imaginarse esa es una razón más para involucrarse con Cortázar.

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