jueves, 11 de noviembre de 2010

Mujer y Dramaturgia: Elena Garro

Gabriel Velázquez Toledo
El Liróforo
Mujer y Dramaturgia, Elena Garro y el teatro poético.
Elena Garro gusta de emplear en su dramaturgia una fusión de identidades, que permiten demostrar valores que se encuentran sumergidos en lo más profundo del pensamiento humano. La animalidad es sin duda una de sus preocupaciones, pues a pesar de la modernidad, se recurre constantemente al uso de las supersticiones y las pasiones como referentes de conducta. Esto provoca cierta identidad con el espectador, pues su fuerza teatral se sitúa precisamente en el puente de esta animalidad, que transgrede lo cotidiano, pero que a la vez es insignificante.
Hay una comunidad de valores simbólicos que reitera en tres de sus obras elegidas para el análisis “Los perros”, “El rastro”, “El árbol”. La soledad del campo, la soledad de la ciudad, la soledad del hombre. El no saber estar es parte de la propuesta de transgresión que Elena Garro muestra. Sitúa a la oscuridad como un paraje místico, por eso sus personajes tienen algo de fantasmales, de otro mundo, que con su pensamiento mágico transforman un orden.
En “los perros” podemos observar esto cuando se hacen evocaciones de la madre y el primo a lo sabido, como conjurando sin querer un instante cíclico “Javier: No tarda la noche en volverse muy oscura. Los árboles están soltando sus demonios y rodeándose de sombras...” Barajas, en “El rastro”, está completamente trastornado por su madre muerta y considera una traición a sus mejores momentos el haber dejado todo por una mujer. Adrián:… Me has convertido en el olvidado de los hombres, en el alejado de los pueblos, has matado de un pedriza a la divina Providencia, para dejarme huérfano en este rastro, en donde no más se pasean los muertos.” Es el hechizo de la necesidad, de la familia, del desamparo. Por último Luisa, en “El árbol”, justifica la conducta que ha tenido en su pasado, por la presencia de un demonio, de la magia “Luisa:Y me fui al monte y encontré un árbol frondoso tal y como me dijeron mis compañeras lo hice.”
Pero gracias a este pensamiento místico es que Garro, también ha logrado encontrar un sincretismo entre el pasado y el presente. Los recuerdos son la imagen real que tortura, epifanías y fortalezas, que conducen a las acciones en todos los casos. El lenguaje le sirve también como herramienta para connotar que hay una vulgaridad, un sentimiento de pertenencia social, de igualdad entre espectador y actor.
Los escenarios son comunes también. La soledad se infiltra como una sensación, que propicia el momento mágico-trágico. La oscuridad cunde y esconde, la locura se adueña de los personajes en un abrir y cerrar de ojos, da mala suerte y destruye. Es por eso que propicia páramos solitarios y departamentos, pues en su entorno ambos se encuentran aislados de todo contacto humano, que los aproxime a una unidad común, y les permite saciar su instinto y deseo.
Algo curioso de la presencia de Garro en la dramaturgia es su empleo de una poesía altamente simbólica, en la que logra un sincretismo de ideales, retomados del pensamiento prehispánico. Actualmente buena parte de sus obras retoman una vigencia contundente, pues el empleo de la violencia y sus justificaciones, nos recuerdan el estado de sitio en el que vivimos actualmente en el país, una escritora que sin duda hay que leer para comprender el presente.

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