jueves, 9 de diciembre de 2010

Algunos apuntes sobre la evolución del teatro en México durante el siglo XX

El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
Algunos apuntes sobre la evolución del teatro en México durante el siglo XX
3ª parte
Para México la primera mitad del siglo XX le encuentra en la tendencia por construir los nuevos ideales que deben imperar en su relación social. Las propuestas en el arte están volcadas a un nacionalismo, a descubrir en la profundidad de la herencia prehispánica, una identidad que brindaría aportaciones significativas, que propiciaran un individualismo. Hay una obvia tendencia a buscar lo mejor de dicha nacionalidad. Las innovaciones en ese momento se encuentran dirigidas a una reconstrucción de la escena. Se eliminan completamente los escenarios, se permite que la oscuridad y los sonidos insinúen situaciones.
Por el contrario para mediados del siglo XX por fin hay una preocupación por la interacción del espectador dentro del escenario teatral. La temática logra encontrar un sincretismo entre el pasado y el presente. Los recuerdos son la imagen real que tortura, epifanías y fortalezas, que conducen a las acciones en todos los casos y que son la referencia a presencias subjetivas, que se encuentran en la conciencia de los espectadores, como parte de una identidad nacional.
El lenguaje le sirve también como herramienta para connotar que hay una vulgaridad, un sentimiento de pertenencia social, de igualdad entre espectador y actor. Se crean vínculos con la conciencia, se identifican mediante una simbología particular, que el espectador sabe reconocer y haya como identidad.
Para el medio siglo en México, los valores se han degenerado en la gran urbe. La búsqueda del artista le exige soltar amarras, por lo que en 1954 se da una ruptura con el paternalismo del estado en pos de una libertad de creación y expresión. Jóvenes que se han formado bajo la tutela del teatro, empiezan a mostrar nuevas propuestas, que de alguna forma ridiculizan el entorno social, lo vuelven vulgar a la vez de humano y se plantea de esta forma una ruptura con el nacionalismo. Para esto la respuesta es reflejar, mediante un neocostumbrismo, la realidad social que en ese momento impera en la orbe.
Emilio Carballido, en La danza que sueña la tortuga, en su discurso dramatúrgico, propone esta recuperación de los valores neo-costumbristas. La recuperación de detalles del comportamiento común en la ciudad, se transforman en los elementos que causan empatía al lector con la obra, con una sensación de reconocimiento y verosimilitud, aunque no sin dejar de percibir que esto lleva como fin aligerar la fuerte tendencia del autor al sinismo. Las obras en este momento se enfocan en denunciar la forma en que los valores se tergiversan y descomponen.
Aunque algo digno de mención es el momento social que también ha exigido de los artistas su cuota, encuentran en ese instante, como se puede percibir con Elena Garro, el retrato de la lucha por derechos de las mujeres, no se escapa a su crítica, en especial cuando buena parte del discurso va dirigido a redimir la figura femenina, lo que es un buen ejemplo de las cosas que les distanciaron con sus predecesores.
Otra diferencia que implementa Carballido como retrato definitivo del momento se da en el ambiente urbano. Descriptivo y fotográfico, busca un interiorización e identificación con el público, mediante la imagen de la decadencia de la modernidad. La temática urbana, es utilizada por el autor como un pretexto para exhibir la degradación de los valores, la transformación del pensamiento, la simplicidad de las acciones que una sociedad decadente puede tomar por simple antipatía o por la tergiversación de otros, por medio del chisme y la mentira. La temática lleva una crítica fuerte a los valores individuales, exhibe costumbres para señalar deficiencias
Así es como los argumentos poco a poco van dirigiendo a las acciones, hasta recabarlas en un discurso intimista y despreciativo, aborreciendo a la familia y su significado. Su distanciamiento con los planteamientos comunes del teatro, le permiten exhibir aspectos cotidianos, que incluso pueden no ser observados, pero que conducen a la sociedad, mediante sus propias reglas, a una conducta de doble moral y de instintos.
Las tendencias de experimentación, tanto lingüística, como temática, que había en el teatro, no tardaron en encontrar también seguidores. Las propuestas de este teatro tiene como objetivo introducir la cotidianidad en las representaciones. El espectáculo ha tenido un detrimento, pues desde la introducción del cine cayó en detrimento. Sin alcanzar los grandes públicos, se empiezan a tratar propuestas que proponen por fin una experimentación escénica, más allá de la 4ª pared. Por fin las tendencias universales del teatro han permeado en el ánimo dramático, aunque con un retraso por demás significativo.
Comentarios: elliroforo@gmail.com

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