jueves, 9 de junio de 2011

La Tormenta. José Vasconcelos

El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
La Tormenta. José Vasconcelos

Vasconcelos es representado, dentro de los anales de la historia, como un indispensable filósofo y reformador de los programas educativos, transformándolos en populares. Artífice de la consolidación de instituciones educativas, su aportación social más grande, fue el amplio panorama que generó en el pensamiento de la época. El compromiso adquirido durante su participación en la revolución, le transformó en un hombre de acciones, intuitivo y obtuso para con algunas discrepancias de apreciación con personajes históricos como Villa. Su paso por el Ateneo de México, le dio la oportunidad de moldear sus ideales, así como delimitar las amplias ramas de acción, por las que se daría el desenlace en su vida política.
Si bien Vasconcelos en ningún momento consideró literatura sus ejercicios narrativos, el material que moldeó al respecto de sus vivencias más importantes en 4 libros autobiográficos, dejó un testimonio histórico de aquellos años muy importante. Escribe de lo que vivió, tanto en la revolución como en sus posteriores vivencias políticas e intelectuales: “¡Pobre México! El pulso de su tragedia inenarrable nos despertó una noche a horas avanzadas con fuertes golpes en la puerta del zaguán de nuestro palacio de ocho días”. Su ejercicio se enfoca a la narración de acciones, a las que atribuyó valores simbólicos, tanto en su proceso de aprendizaje, como en sus decisiones personales y su posterior desenlace. La historia que trata a través de sus memorias, es un acercamiento, en buena medida, a hechos históricos reales, las cuales sufren una configuración de su sentido, por la afinidades ideológicas, que no se exentan de posicionamientos ideológicos, mediante los que perfila su visión de los hechos.
La firmeza de las convicciones de Vasconcelos, en un medio político corrompido por la voracidad del dinero y poder, rápidamente le hizo darse cuenta de la valía que sus ideas tenían para el futuro y consolidación del país. La convicción de sus actos e ideas, le llevaron a las más grandes esferas políticas, desde donde intentó la formulación de distintas propuestas, que lo llevaron a la creación de un proyecto de nación. Sin embargo su nacionalismo, que se refleja a lo largo de su vida, “un instinto defensivo de la nacionalidad nos unía a Manuel Rivas ya mi. Pertenecía Rivas, lo mismo que yo, a la clase media profesional que inventa, posee y administra los tesoros de la cultura en todas sus latitudes”, terminará convirtiéndose en lo que años más tarde lo llevará a la desgracia, víctima de un fraude electoral cuando buscó ser presidente. Sus principales contrastes se encontraban en su mismo pensamiento, que construido al amparo de una ideología rapaz, a lo que se acostumbró a combatir, le volvió desconfiado a los hijos de la revolución, que finalmente terminarían por traicionarlo.
Para 1929, la política del país sufría un nuevo reviro. La derrota política de quien había resultad ganador en las elecciones presidenciales, destruyó la mítica ilusión de una democracia en el país. Instituciones que el mismo Vasconcelos creó, terminaron por legitimar el gobierno de su opositor. El desconsuelo, la traición, el odio y la vuelta a los valores tradicionalistas, a manera de reclamo, por no obtener aquello por lo que había luchado, terminaron por envolverlo.
El momento de su posterior transformación ideológica se dio como producto de este mismo desencanto. La apuesta por una vida idílica, dio de frente con una realidad en que los intereses personales estaban por encima de los del país. Su nuevo ejercicio se transformaría en una crítica social constante, desde su polarización a lo opuesto de sus valores, allegándose a la moral y la religión.
Es por eso que el estilo autobiográfico con que Vasconcelos trata sus memorias, privilegian las acciones como símbolos de una realidad, de los que se desprenden tanto críticas, como valoraciones personales, que reviran acerca de una racionalización. Sus memorias, no exentas de humor como cuando en Ulises Criollo, don Tobías diserta acerca de las afecciones sobre los diafragmas en los músicos que tocan instrumentos de viento, cuando a quien ausculta toca la tambora. Aún a pesar de esto, sus convicciones, su arrebatado estilo desenfrenado, su crítica mordaz y su fuerza narrativa, lo hacen un excelente narrador, que usa sus memorias como un pretexto para magnificarse con su estilo.
Comentarios: elliroforo@gmail.com

1 comentario:

  1. Esta es la obra es k me la dejaron y José eeeeee?????? :( =(

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