domingo, 11 de diciembre de 2011

El caso absurdo de un “leedor empedernido”

El Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
El caso absurdo de un “leedor empedernido”

Hace algunos días en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, una de las más grandes e importantes del mundo, en un ejercicio de pluralidad intelectual, ideado por no se sabe qué brillante estratega, se resolvió por permitir la asistencia de Políticos, para que pudieran interactuar con los asíduos consumidores de la literatura.
Obviamente los resultados fueron desastrosos. Y es que la evidencia de que la clase dominante en este país considera un ejercicio poco provechoso la lectura, que se considera desde tiempos remotos como un alimento del espíritu y el intelecto, para sus ambisiones personales, no son novedad.
Si recordamos la lista de personalidades, incluyendo presidentes, que en un acto de sobervia denostan el conocimiento de las artes y las ciencias, pretendiendo brindar una opinión de lo que rara vez llegan a conocer, terminan por hacer el más espantoso de los ridículos públicos.
La rapaz estrategia de aprovechar cuanto escenario público encuentran disponible, se ve entorpecida por un problema que aqueja a los mexicanos en general, la poco eficiente capacidad para seguir consejos. Peor aún, la sensibilidad para admitir que no se sabe todo (o nada) y llevar acabo osadas escenas, atrevimientos que terminan por rayar en lo grotesco.
A pesar de que los paradigmas culturales están cambiando constantemente, en especial por el uso de las tecnologías de la comunicación, hay valores que se pierden poco a poco y que son de suma preocupación para el mexicano promedio, porque si esa es la cara que con poca vergüenza exhiben las élites ¿qué educación se disponen a garantizar a la sociedad?
En el juego de la imagen y el marketing, lo único importante es que se tenga una perspectiva positiva de una persona, para que de forma inmediata pueda ser utilizada a favor de un interés definido. Es decir Manipulación.
Hemos presenciado la formación de un estado totalitario que impone medidas para mantener segura a la población, sin procurar los medios para que esa seguridad sea efectiva.
De continuar con la desconcientización, mediante la efectiva enagenación popular, apostándole a la producción digerida de contenidos en vez de procurar el uso de la razón mediante la educación de los sentidos para alcanzar la formación de la inteligencia de los jóvenes, con la apuesta al progreso, no podremos observar ningún cambio social tangible que no sea la implementación constante de los elementos de una “modernidad”, que llena nuestros hogares con su consumismo desmedido y egoista.
Lo preocupante de que alguien que aspira a tomar desiciones importantes en el gobierno de un país, no lea, no solo es que se exhiba en forma necia, en vez de ser humide y aceptar que humanamente no se ha forjado en los anales del saber, sino que probablemente no haya procurado una sencibilización de su ser hacia lo humano, ni el ejercicio intelectual de proveerse de refencias, que en lo interno, determinan conductas y estas a su vez posturas y desiciones, que en muchas ocasiones son el peso que inclina la balanza hacia la brillantes o la tontería, pues de lo sublime a lo ridículo tan solo hay un paso.

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