jueves, 5 de septiembre de 2013

Ficcionalización de la realidad

Hace un par de días en las redes sociales se publicó en tiempo real que se había presentado una balacera por la madrugada en un bar al oriente de la ciudad, le dispararon a un sujeto, quizá un pleito cantinero que terminó drásticamente cuando uno de los protagonistas se dirigió al baño y el otro lo agredió con un arma de fuego. La cosa no termina ahí, las noticias que el twitter proveía mostraban fotografías de un taxi volcado. Algunos aventuraban que el agresor trató de huir en su auto y golpeó al transporte, el choque con el taxi dejó en malas condiciones el suyo, por lo que le disparó y huyó. Otros testimonios decían que aún horas después, el cuerpo del taxista seguía en el mismo lugar, sin que autoridad alguna lo moviera y mostraban una fotografía de lo más morbosa. Esto, que más bien parece una escena sacada de una novela, es lo que en la literatura se conocería como ficcionalización, pues los actos irracionales son considerados como alejados del ideal social, en los cuales se privilegia la inteligencia, sello característico de los seres civilizados. Una agresión, la imposición de una voluntad por medio de la violencia, seguida de otra, como producto de la impotencia u ofuscación, es la muestra de que los actos sucedidos hace un par de días, que la violencia es una opción en nuestra ciudad y se ha sucedido constantemente. Los noticiarios se encargan de proporcionar imágenes de cómo en la sociedad se ejercita la impunidad, obtenida por la fuerza. Las películas y series nos muestran muy diversas formas en que se puede actuar inteligentemente para alcanzar los fines perversos, utilizando el terror y la violencia, así que nadie se sorprende de lo que pasa, lo ven como algo normal. Desde muy jóvenes aprendemos a asociarnos con la violencia, los videojuegos, figuras de acción, incluso algunos juegos infantiles y modas como el de los brabucones (bulling), esto deja el mensaje en el inconsciente de los jóvenes que el más fuerte es el que manda. Los periódicos, radio, televisión, puede realizar una presión similar y destruir la carrera de una persona, a través de la percepción que se puede tener, ejercitando con prepotencia una violencia verbal que destruye de la misma forma que la física, la estabilidad emocional de una persona. Sin embargo es lo malo lo que se imita. No existe el manejo de la tecnología ni las posibilidades de las nuevas herramientas de la información, las que vemos desplegarse en el ámbito local para perseguir criminales. El espionaje obedece a motivos políticos exclusivamente, pues a las autoridades les interesa más lograr desacreditar a una persona que potencialmente puede ser un líder social, basado en chantajes, que en obedecer a las demandas de justicia que la sociedad exige. Los inicios de esta ficcionalización implican que poco a poco irá aumentando, sucesos que cada vez tengan menos sentido, actitudes sociopáticas que lacerarán el tejido social hasta desintegrar la confianza que existe entre habitantes de una misma región. ¿El precio por ser una gran ciudad? Esto y la falta de visión es lo que no permite percibir que las cosas puedan mejorar en algún momento. Por otra parte el nuevo añadido que la sociedad comienza a utilizar como una herramienta que desvela la ineficiencia de las autoridades, especialmente el twitter, ha exhibido en diversas ocasiones que no son confiables sus criterios. La falta de profesionalismo y la protección que es bien sabido se brinda a ciertas élites, como las políticas, encubriendo crímenes, no brindan un futuro favorable, por el contrario, parecen garantizar más y mejores capítulos de las novelas de la vida real, que se dan en esta ciudad en la que desde hace tiempo, dicen los taxistas que deambulan por las noches, suceden cosas raras sin que nadie haga nada.

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