jueves, 5 de septiembre de 2013

Publicidad engañosa

El siglo XXI trajo consigo una avalancha de tecnología, que representa una revolución de la información en muchos sentidos. Aprovechada por todos aquellos que descubren sus bondades, las tecnologías de la información y de la comunicación se aprestan al servicio de quienes tienen una visión pragmática de los negocios. Las técnicas comerciales que se utilizan en las redes implican una inusual invasión a la intimidad a la que no estábamos acostumbrados pero que poco a poco empezamos a hacerlo. La idea de éste negocio es que el servicio se brinda a expensas de que seamos sus leales consumidores, es un verdadero privilegio el poder acceder a contenidos sin tener que ser víctimas de la enfadosa publicidad que las páginas de internet colocan en sus espacios. El funcionamiento básico de dichas páginas se centran en que, en realidad, los usuarios son la mercancía que venden a grandes empresas, éstas contratan servicios publicitarios que los consumidores deben ver como pago por el uso gratuito, aunque en realidad nos convertimos en espectadores de una desmesurada avalancha de información que nos es totalmente inútil. Para eso las empresas de software se han enfocado en direccionar aquellos lugares que visitamos desde nuestros navegadores, a un centro de control que les permite depurar información y mostrarnos lo que creen que puede llamarnos la atención. En pocas palabras están forzando nuestra atención a cosas que no necesitamos. Quienes mayor uso han hecho de estos servicios son los políticos, más que las empresas y las marcas, lo que despuntó en las campañas del año pasado. El Facebook, Outlook y demás servicios de redes sociales, nos muestran los rostros de los nuevos políticos que están ansiosos de posicionarse como un producto, antes bien de demostrar que tienen un trabajo sólido y confiable que le conviene a la sociedad. Todo se ha transformado en un asunto de mercadotecnia, en el que poco importa la calidad humana del personaje que se promociona en turno. Se ha dejado ver que hay un cambio generacional entre la clase política, ahora son rostros jóvenes, aunque en realidad los apellidos revelan que son las mismas familias que ya antes nos han comprado con espejitos y “programas de asistencia”. Pero no siendo suficiente la saturación de imágenes a manera de publicidad, ahora nos victimizan en el mundo real, colocando un sinfín de anuncios, carteles, bardas pintadas y cualquier cantidad de información falsa en los medios de comunicación, para asegurarnos que tal o cual propuesta es la correcta, justificar que la actitud que se toma en contra de los que no están de acuerdo con ésta es la que debe darse en respuesta a los desmanes que son capaces de crear y que la única solución por la paz de todos es la represión (muy a propósito de lo que ahora estamos observando en la ciudad de México), porque son los traidores a la patria los que se oponen al cambio y sólo de esa forma se les puede enseñar a mantenerse quietos. El internet brindó la idea a estas nuevas generaciones de políticos, de que podían salir a las calles y ahora nos saturan visualmente con campañas huecas que en realidad sólo convalidan lo que todos sabemos, detrás de la imagen hay un cuantioso negocio que pretende capturar nuestra atención para manipular a la sociedad. Los publicistas utilizan los postulados de Goebbels que tan buenos resultados le dieron en la Alemania Nazi “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”, así que no tienen empacho en mostrarnos una ciudad que “avanza” si con ello logran mantener en el poder algunos años a quienes les llenan los bolsillos.

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