jueves, 11 de abril de 2013

El principio de la dualidad

Demon est Deus inversus (El Demonio es poder pervertido) Manly P. Hall En todas las civilizaciones del mundo se ha formado siempre un culto por lo desconocido, que da en formar complejos sistemas de pensamiento. La mayoría de estos cultos han girado en torno a la reproducción de los astros. Coincidentemente las culturas del mundo han atribuido valores a cada una de las representaciones numéricas. Una de las que más se encuentran en la idiosincrasia del hombre, es la diada, pues se encuentra representada en los opuestos y sus leyes, llamadas de atracción-repulsión y acción-reacción. Todos los antiguos tratados de magia, alquimia y ocultismo, refieren su conocimiento esotérico con un velo, el velo de Isis, que no permite ver la luz. El conocimiento y estudio de los principios rectores de la masonería es muy complejo. La oscuridad es la representación de lo absoluto. De la absoluta oscuridad brota la luz, misma que crea una falsa oscuridad o sombra. De ahí que la demasiada luz sea como la sombra, no permitiendo Ver claramente la realidad. Por eso debemos cuidarnos del exceso, porque es común la idea de que la representación de esa degeneración, es la que domina la débil alma de los hombres. El dominio de las facultades empieza con el dominio de las pasiones, que en contraposición de la virtud, pervierte los principios fundamentales del hombre. El más mínimo deseo origina una reacción que invade lentamente la voluntad del ser. Un ojo experto en el estudio de los símbolos, ve en el mosaico del ajedrez una representación de los opuestos como las pasiones que se desatan y solo se controlan por el ejercicio de la razón. Además recuerda que el hombre se encuentra siempre en una dicotomía, por lo que debe aprender a encontrarse en la justa medianía. Si el deseo permea, el interés cobra forma, por lo que se pervierte el equilibrio natural de la mente. Las malas acciones son producto de una falta de conciencia. Los principios siempre fueron privilegio de una casta, la élite que podía ver más allá (clarividencia o videncia clara), del imaginario colectivo, pues el pueblo busca siempre recargar su necesidad espiritual en dogmas que le indiquen lo debido, pues buscar en la conciencia por medio de la meditación, es un proceso que pocos alcanzan. Manly Palmer Hall dice sobre el simbolismo de Satanás, que tiene en la tradición esotérica: “es el espíritu de precaución, prudencia, que cuando es pervertido se convierte en negación. Ante su portal se agolpan los pecados de omisión. Pocos son los que se dan cuenta de que el hombre es responsable por las cosas que deja de hacer”. Este es un aspecto de la ley de la dualidad que se da cuando tomamos parte por uno de los polos, activando una inercia. Es tan malo no hacer lo correcto como realizar lo indebido. Y es concluyente “para la salvación de la divina creación. El poder está en las manos de quien sabe cómo invocarlo, sin distinción si para bien o para mal. Ésta es la razón por la cual las escuelas de magia blanca mantienen secretos dichos poderes para el hombre, hasta que después de su desarrollo, purificación y crecimiento interior se gane el derecho de emplearlos” (p12). Hall vela su discurso para referirse a las más altas facultades mentales bajo el nombre de “poderes secretos” y equipara la bajeza de la pasión del ser humano, con la degeneración de los altos valores, recreados en la figura antropomorfa de demonios que obnubilan el juicio. Krishnamurti, al disolver la orden de la estrella dijo a los adeptos que ciegamente creían en su mesianismo, del que renegó a los 29 años: “La verdad es una tierra sin caminos”. El ser humano debe ser útil a la relación que lo hermana con los demás seres, lo que implica un cambio paradigmático del pensamiento pues solo los que no luchan por lo superior, participan de lo inferior y con esto se pierde el equilibrio en sus fuerzas mentales.

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