jueves, 30 de abril de 2015

El ataque a la libertad de expresión

El ataque a Charlie Hebdo conmocionó al mundo periodístico. La bandera de la libertad de expresión se ha enarbolado en la defensa de una publicación satírica que no en todos los casos logra su cometido de divertir, a la par de lanzar una crítica mordaz al sistema político-social que impera en Francia. El humor ácido, mordaz, se asocia más a la burla que a la intelectualización de ciertas situaciones. Esa es la razón de que muchas de sus caricaturas se ven como altamente ofensivas cuando se dirigen a un público lego, que no comprende el trasfondo de la imagen que se publica y se queda en la superficialidad de un mensaje que se distorsiona fácilmente, a conveniencia de quien se supone ofendido. No es ético burlarse de la ignorancia, es más fácil que educar. Los sistemas sociopolíticos y culturales se arraigan en formas de pensamiento que difícilmente cambian, aunque las críticas de occidente pretendan moralizar a sus adeptos, condicionándolos a señalar las deficiencias e intolerancia que medio oriente desarrolla como sistema de convivencia, la respuesta se produce mediante la violencia. El repudio de oriente al occidente es por su sistema de consumo voraz, el de occidente a oriente por su fundamentalismo, que cierra las puertas a la extracción de los recursos naturales que poseen. Actualmente una nueva hipótesis empieza a tener eco entre las comunidades virtuales. Paul Craig Roberts analista de política internacional señala que “la Policía encontró el documento de identidad de Said Kouachi, muy cerca de la sede de Charlie Hebdo, en la misma escena del tiroteo, hecho que recuerda a los supuestos culpables del atentado a las Torres Gemelas (los pasaportes aparecieron intactos entre las ruinas de los edificios)”. ¿Casualidad? Además todos los participantes en el tiroteo fueron eliminados sistemáticamente, sin brindar la oportunidad de que alguno atisbara razones sobre lo sucedido. Un fenómeno que acompaña a la guerra contra el terrorismo (inaugurada por los Norteamericanos) es la declaración bélica dirigida a los países presuntamente responsables, como producto de una cadena de acontecimientos que en el rubro social, crean una conciencia de necesitar protegerse contra el “enemigo”. La islamofobia tiene el sello de los complots creados por el FBI y la CIA, que sirvieron para crear y consolidar la amenaza terrorista como algo real, no sólo para los estadounidenses, sino también para el mundo “civilizado”, con sus viejos enemigos como los Chinos y los Rusos o sus nuevos enemigos, los Yihaddistas que logran burlar al aparato de inteligencia del país más poderoso del mundo. Más indignación suscitó que al día siguiente se reportaran miles de muertos, también en un ataque subversivo pero en Kenia y que los países que claman justicia contra sus agresores no sean capaces de decir nada. ¿Doble moral? Tenemos indignación porque mueren periodistas en un ataque pero no por la eliminación masiva de personas en un país que muchos no ubican ni siquiera en el mapa. Por cierto otro dato curioso el policía francés encargado de la investigación del ataque se suicidó recientemente, lo que agrava aún más el asunto y hace suponer que el atentado podría ser preparatorio de una operación de guerra (otra más) o incluso la creación de nuevas leyes que atentan contra la libertad de los ciudadanos de aquel país. Si esto resultara cierto por un momento, me pregunto entonces ¿Quién es el que verdaderamente atenta contra la libertad de expresión y si la libertad tiene límites?

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