jueves, 30 de abril de 2015

El crimen como modelo estético

En la actualidad suponer que el crimen es uno de los paradigmas favoritos de los ciudadanos podría sonar a una exageración, pero si recapitulamos en la historia moderna podemos darnos cuenta de la forma en que el culto a lo prohibido y la oportunidad de crear un mercado, se han vuelta parte de nuestro modelo de consumo. El crimen está en todos los ámbitos de la cultura: los video juegos Grand Theft Auto, la música, la literatura o el cine, sin dejar de pensar en programas de televisión como CSI o Dexter, entre muchos otros, nos hacen pensar en ¿hasta dónde podemos llegar con este culto? La influencia de personajes asociados al crimen organizado ha sido controversial. Jack el destripador dio pie a una ola de entusiastas de las ciencias forenses quienes llegaron a incluir a literatos que en aquel momento estaban de moda, para tratar de resolver la identidad del asesino, Al Capone hacía gala de su poder y riqueza al aparecer retratado con personajes de suma importancia de la política norteamericana, el padre de los Kennedy siempre fue señalado por su relación con grupos de contrabando de alcohol en los tiempos de la prohibición norteamericana. En América latina esto no ha sido la excepción, Pablo Escobar, la Reina del sur y muchos otros han sido vanagloriados por las telenovelas y series de televisión como personajes a quienes se debe admirar (¿sino para qué son reivindicados públicamente?), de la misma manera que sucedió con el Chapo Guzmán a quienes incluso se les adjudica la fama de ser personajes caritativos, que ayudan y defienden al pueblo. ¿Qué tiene que suceder en un país para que los criminales ocupen el lugar que le corresponde al Estado? Los altos índices de corrupción colocan a los políticos a la altura de estos delincuentes que obtienen obscenas cantidades de dinero por la corrupción coludiéndose ambos grupos. Se ha generalizado tanto este modelo que ya no escandaliza a nadie. Reina el cinismo, la impunidad se sostiene porque se castiga al peón y se deja al rey disfrutar de sus riquezas, con la finalidad de guardar las apariencias. Los grandes delincuentes están libres porque tienen el poder económico, lo que garantiza una alianza con los poderes fácticos para no ser perseguidos, sino antes bien premiados. Todas estas estructuras, han sido retomadas desde mediados del siglo pasado por el movimiento hard boiled que en Estados unidos gracias a personajes como Dashell Hammet y Raymond Chandler, comenzaron a exhibir el trasfondo que existía detrás de esas grandes empresas que son el crimen organizado, el asesinato, tráfico de personas y estupefacientes, el resultado es que ahora hay una híper explosión de recursos que tienen que ver con estos temas, al punto de que lo único que falta es la transmisión en vivo de crímenes que deben resolverse en línea con la participación de un auditorio. Ya Thomas de Quincey había relatado en su texto ‘El asesinato como una de las bellas artes’ que la relación estética del crimen con sus espectadores estaba arrojando una visión más exigente del crimen en los rotativos por parte de estos, que en realidad era producto del ocio. La visión moderna del crimen ha dado paso a una complacencia preocupante, si alguien nos dijera que de un laboratorio ha sido robado un aparato altamente radioactivo con que una cédula criminal podría contaminar los mantos acuíferos de algunas ciudades, seguramente reaccionaríamos de la misma manera en que lo hicimos hace algunos días cuando esto sucedió en Tabasco, no hubo psicosis colectiva, ni siquiera una respuesta distinta al alarmismo a que nos tienen acostumbrados los pésimos noticieros de televisión, incluso a más de uno le parecería una pre cuela del clásico de los videojuegos Resident Evil. Realidad vs Fantasía, no importa cuál gana si a fin de cuentas son parte de un lucrativo negocio que nos muestra lo peor de nosotros como algo lo suficientemente morboso como para ser distinguido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog