jueves, 30 de abril de 2015

Periodismo de investigación

Tomar los postulados de la ciencia y la academia para la investigación, como lo son la veracidad de las fuentes, la metodología, información relevante, etc. y aplicarlos en otras ramas del saber, en este caso el periodismo, da como resultado un ejercicio crítico, que no se somete a la subjetividad de las opiniones personales, sino que se obliga a interpretar una serie de datos que se han sistematizado. El reciente caso de obvias violaciones a los derechos humanos, de libertad de expresión y en especial, para la sociedad, de atentar contra la necesidad de estar oportunamente informados sobre los actos y procedimientos que esferas del poder tan lejanas como absurdas, cometen diariamente, ejerciendo una especie de privilegio que le permite alejarse de las sanciones que por ley debieran castigarse, no es más que el reflejo de una sociedad sometida a una dictadura disfrazada de mecanismos sancionadores que eliminan sistemáticamente a las voces críticas, con tal de no ver alterados sus actos. ¿Qué es lo que tanto molesta al Estado de Carmen Aristegui y su equipo de investigaciones especiales? Debemos tener claro que la masa crítica de personas que utilizan las redes sociales, son el contrapeso a la postura oficialista que las empresas televisivas adoptan. El México inconforme que sale a las calles a protestar contra la forma tan burda en que el aparato institucional falta a su deber (por tener sus titulares y equipos de trabajo intereses en ocupar otros escaños del mismo aparato), tiene a su peor enemigo en el México de los conformistas, que impasibles, desde su casa, observan cómo todos estos actos se desarrollan, tergiversados por los noticieros que mantienen las líneas editoriales a conveniencia. Así es, justo como lo develó el guión de la película “La Dictadura Perfecta”, no somos más que el producto que las grandes empresas de comunicación ofrecen a sus patrocinadores. La develación de actos de corrupción en los que se encuentran involucrados una parte del ejecutivo federal, que provocaron a su vez la debacle de proyectos que implicaban el uso descarado y poco justificado de enormes cantidades de dinero, como el del tren rápido, o la casa blanca, así como los procedimientos con que se han otorgado los cargos del poder judicial y la ausencia total de protocolos para la investigación profesional de casos de encubrimiento de matanzas como la de Tlatlaya y Ayotzinapa, han originado una crisis de credibilidad en el gobierno, justo unos meses antes de las elecciones, que serán además acompañadas por todo un sistema de denuncias virtuales que los ciudadanos (que no el INE) están decididos a implementar, quizá no para derrotar al sistema, pero sí para exhibir la podredumbre sobre la que está montada nuestra “democracia”. Ahí es cuando las voces críticas deben ser acalladas, para evitar que sigan sistematizando la información mediante iniciativas ciudadanas como la de Mexicoleaks, la plataforma ideada para exhibir de forma discreta las pruebas que sobre los manejos de los erarios y bienes del país se están realizando. En un país corrupto, donde su máximo líder presenta los principales conflictos de interés, se desarrolla la política de someter a sus ciudadanos. En un país en que reina la corrupción, el flujo de inversiones que se esperaba con las nuevas reformas, no llega todavía porque la corrupción y la violencia han refrenado el ánimo de los empresarios que, no sin buenas razones, ven con desconfianza la rentabilidad de un negocio que no es capaz de garantizar siquiera una estabilidad. La idea que los políticos tienen sobre el sistema, con su despilfarro y alejamiento de la realidad, con sus reformas de escritorio y con niveles educativos tan pobres, obliga al uso de estrategias que, podríamos suponer, están ideadas para que el imaginario popular las olvide con un próximo escándalo.

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