jueves, 30 de abril de 2015

El periodismo está de luto

El ejercicio periodístico ha confundido su labor (quizá a propósito) con el de la mercadotecnia. Los medios informativos son, por lo menos en nuestro país, la mejor plataforma de proyección de la imagen de personajes, proyectos, destinos y cualquier producto que se necesite posicionar en las preferencias de los consumidores, que como responde la lógica, se convierten en realidad en el valor primordial del negocio. Pocos son los medios que realizan investigaciones, muchos menos los que con objetividad presentan los acontecimientos, las columnas de opinión se utilizan para golpear a los agentes ajenos al poder (que se compra con dinero) y aunque el internet ha venido a contrarrestar buena parte de la influencia que ejercen los aparatos profesionales de difusión de imagen, aún a cuenta de saturar el medio, poco pueden hacer en contra de quienes están facultados para jugar con las normas de convivencia que nos rigen, pues la continuidad se garantiza con prebendas. Ayer murió uno de los periodistas icónicos de nuestro país, el mítico Julio Scherer García, el que se enfrentó al poder cuando no quizá supeditarse a su dominio. Junto a otros grandes que se han ido, como Vicente Leñero, el país enfrenta una crisis de credibilidad, la manipulación de la información beneficia a las cúpulas, los únicos a quienes les conviene la desinformación, pues el conocimiento es poder y permite mover al titiritero los hilos con que se desencadenan acciones calculadas. El ejemplo crítico que esta generación de periodistas nos brindó, contrasta mucho con el estatus que guardamos como el país con las peores condiciones para ejercer el periodismo (baste decir que hace unos días un periodista que además se ganaba la vida manejando un taxi, fue desaparecido en Veracruz por un comando armado). El reciente ataque al semanario Charlie Hebdo en Francia nos muestra una acción inmediata de una gendarmería altamente eficiente y preparada, el crimen está siendo investigado, han identificado a los agresores y seguramente harán pagar a los culpables. En México nos queda la impresión que tras cada crimen que se realiza contra los periodistas, tienen la intervención de fuerzas que prefieren eliminar a esos elementos incómodos que enuncian verdades que en el fondo exhiben un entramado de complicidad haciendo eco del viejo adagio “Nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira”. El sistema actúa sometiéndose al poder, que debiera ser ejercido por el pueblo pero que se guarda en las manos de unos cuantos. La impunidad está garantizada, aunque el pueblo clame justicia ¿hasta cuándo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog