jueves, 9 de julio de 2009

Amor y occidente. Denis de Rougemont la sublimación de los sentimientos o el reino de las pasiones. 3

Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
Amor y occidente. Denis de Rougemont la sublimación de los sentimientos o el reino de las pasiones.

Tercera y última entrega.-
Se ha dado cuenta en las entregas anteriores de la forma en que Dennis de Rougemont plantea descubrir la estructura de uno de los dogmas sociales más notables de occidente, el amor.
A manera de resumen la teoría de Rougemont sustenta en su forma más profunda la búsqueda del hombre del amor ideal, que en la praxis denota las más bajas pasiones ante el escenario de incertidumbre que provocan las decisiones sentimentales y emocionales erróneas en una búsqueda que, por tabú, no podemos esclarecer a conciencia.
Es pues el análisis de Rougemont, la compenetración en ese paradigma social. Para empezar nombraremos algunos de los ejemplos más claros en la literatura universal, que han influido con sus planteamientos ideológicos y que sus autores veían en el planteamiento de este amor ideal, una de sus fuentes permanentes de inspiración. Desde la máxima idealización de las virtudes femeninas en Beatriz de Dante en La divina comedia, pasando por Petrarca, El Romeo y Julieta de Shakespeare El Quijote de Cervantes, Rojo y negro de Stendhal, Wagner de Goethe las obras de autores contradictorios que exhiben esos mismos ideales como algo fantástico, plenamente alejado del mundo, como son las obras de Sade y el muy famoso mito del “Don Juan” inmortalizado tantas veces en las memorias contemporáneas, o también podemos encontrarlo desde su vulgarización, retratos de cuentos de hadas, hasta llegar al erotismo que hoy nos inunda como mercado.
Parte de la retórica de este discurso idealista se suscribe en la pasión. El instinto rige los actos de aquel que cree estar enamorado. Es decir se desplaza a la razón como rectora de los actos, la autocrítica decae ante el deseo y el amor se vuelve el sentido de la vida. Aunque la pasión se termina y la admiración se transforma en cotidianeidad. La única forma de que la sublimación de ese amor llegue a tiempo, será con el sacrificio, con la muerte o con la prohibición por castas o intereses de familia. Curiosamente poca importancia se brinda en todas estas historias a lo que sucedería en el caso de concretarse esta unión de dos seres que se aman.
Rougemont expone su respuesta: La religión y el estado aprovecharon este caudal de pasiones que cegaban a los habitantes de la edad media, que se impuso el matrimonio “Este debía ser un contrato mediante el cual se aseguraba a hijos legítimos a quienes poder heredar los bienes acumulados”. Era un contrato de fidelidad, fertilidad y seguridad. Con el paso del tiempo la libertad arrebatada en este contrato se hizo por demás notoria. Maridos ausentes en las guerras, promiscuidad en todos los ámbitos sociales, degradación de los principios ¿A caso la infelicidad acompañaba al fracaso a esta institución oficial que otorgaba derechos y privilegios? Esta institución llegó a transformarse en un modelo de dominación, la iglesia controlaba al padre de familia y por medio de estos, que componían la opinión pública, ejercitaba sus intereses.
En el siglo XXI nos damos cuenta que esta institución va en severo detrimento. El amor-pasión se ha incluido como modelo de vida (cine, radio, televisión, nos dan cuenta constante de esto), pero fenece con resultados cada vez menos catastróficos. Ya no buscamos la muerte porque nos volvemos adictos a esta emoción. Hemos sabido suplir esta necesidad de pasión. La actividad política, que fue en aumento desde la Revolución Francesa hasta nuestros modelos democráticos actuales, ha servido para encausar ese sentido vacío que nos provoca la falta de entendimiento de los sentimientos, así como todo un sistema de entretenimiento que sirve para encauzar de la misma forma nuestras pasiones.
El amor pues en occidente, concluye Denis de Rougemont, no es más que la pasión disfrazada, que debe ser sometida para poder emprender una búsqueda clara de quien signifique la mejor opción para compartir una vida. Por eso debemos de dominar a la pasión que nos conduce por el instinto del deseo, para llegar al reino de la razón y su aporte para mejorar las relaciones humanas.

Comentarios y dudas: revolucióndelhombredemaiz@hotmail.com

Rougemont, Denis de. (2001). Amor y occidente. Col. Cien del mundo. Edit. CONACULTA. México

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