domingo, 12 de julio de 2009

La nueva moda ¿El vacío? Giles Lipovetski

Liróforo
La nueva moda ¿El vacío?
La era del vacío de Giles Lipovetski

Los seres humanos somos “entes sociales”, dotados de una capacidad para organizar sociedades de convivencia, con valores morales (que rigen nuestra individualidad) y reglas (que rigen la armonía de nuestros actos en lo colectivo). Para lo anterior se crean sistemas de leyes que obligan a un comportamiento, estemos o no de acuerdo, al que debemos someternos.
En cualquier parte del mundo y debido al consumo desmedido de sustancias lícitas como el alcohol, se desarrolla en el comportamiento individual, un relajamiento y tolerancia de conductas reprobables en una convivencia, lo que sume lentamente a la sociedad en el detrimento de los valores y principios que permiten la armonía social. Esto origina el derrumbe de las bases morales sobre la que se estructura nuestra sociedad actual.
Giles Lipovetski, sociólogo francés y catedrático de la Universidad de Grenoble, en su libro La era del vacío realiza una descripción detallada de la involución de los valores del comportamiento social contemporáneo “Las costumbres han caído en la lógica de la personalización. La última moda es la diferencia, la fantasía, el relajamiento.” (1979:39). La personalización orilla al rompimiento de los convencionalismos sociales en que lo estándar o común no tienen lugar alguno, y en que lo fatuo y banal ganan un espacio.
Por otro lado, La mercadotecnia, por intereses económicos, crea la conciencia de necesidades específicas individuales, desde un shampoo que inventamos necesitamos, hasta una tendencia de pensamiento con la que nos identificamos (llámese dark, “resa o emotional). Estos factores en conjunto crean la individualización, es decir, la conciencia de que somos seres con necesidades específicas y diferentes a los demás. Esto lo vemos a diario, la ambientación personalizada de la realidad mediante auriculares, puestos de moda hoy por los celulares y que funcionan para aislarse del medio urbano cuando vamos en la combi o en la calle.
Lipovetski afirma “La modernidad, ya no entusiasma a nadie.” Y podemos preguntar ¿Esto ocurre en beneficio de nuevos valores?” a lo que el filósofo aduce que es “en beneficio de una personalización y liberación del espacio privado que lo absorbe todo, incluidos los valores.” (1979:42)
La televisión, el cine, y los medios electrónicos e impresos, como se ha repetido hasta el cansancio en los estudios psicológicos del comportamiento social contemporáneo, exhiben la violencia y el rechazo entre individuos como algo completamente normal. La crisis moderna de la ideología, que desde el marxismo hasta el neoliberalismo se exhibieron como fallidas formas de convivencia, permite observar cómo se construyen en la sociedad figuras individuales en el ente social. Hoy existe un contexto de convivencia social viciado desde sus orígenes, con problemas como la desintegración familiar tan en boga, los adultos adolescentes, que a los treinta años viven con sus padres, la experimentación sexual prematura y un largo etcétera. La conciencia de la individualidad, se aísla también de valores religiosos que en el pasado suplían la necesidad del sentido colectivo y se muestra como característica de una sociedad que emprende el camino a la decadencia.
No hay escape alguno a esta sensación de vacío. Incluso el aumento y popularización del consumo del alcohol y demás estupefacientes, son un reflejo de dicho vacío. Lipovetski señala que algunas de estas tendencias se han desarrollado para contrarrestar dicho efecto, van desde las espirituales, por ejemplo el yoga, el tamtra y las que pregonan la comunión del cuerpo, el alma y la naturaleza, hasta aquellas en que el azar y la fortuna tienen un lugar privilegiado como en la cartomancia, y la astrología.
Lamentablemente la búsqueda del sentido ahora tiene a la indiferencia, la experimentación y la necesidad de satisfacción del placer, como factores de enajenación que automatizan y arrastran cada vez más al limbo a la sociedad. La exploración de más y nuevas sensaciones que funcionan como una novedad, acelera el cambio de patrones que utilizan los jóvenes para buscar una identidad en los lugares más absurdos: una disco, un antro, un bar y por lo consiguiente el decaimiento constante de estos y la inestabilidad emocional que le continúa.
Nuestro esquema social gira en derredor del abuso de sustancias que transforman la percepción sensitiva. Los logros académicos, científicos y tecnológicos, son menos importantes que la nueva cerveza que sabe a “diversión”. Ni pensar que a pesar de esto, hay quienes creen que nuestras universidades públicas tienen suficiente con el presupuesto que se les otorga ¿Quizás para que no funjan como catalizadores de las necesidades nacientes y su organización?

Lipovetski, Giles. (1979) La era del vacío. Anagrama. Barcelona. Colecc. Compactos.

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