sábado, 11 de julio de 2009

Bertrand Russell La búsqueda de la felicidad.

Liróforo

Gabriel Velázquez Toledo

La búsqueda de la felicidad.

Los seres humanos tenemos como condición social para la buena convivencia, la búsqueda constante de motivos que nos hacen funcionar como colectivo. El trabajo y la diversión son algunos de los elemento que se poseen en común, pues la sociedad gira en función del producto que realiza.
La súper concentración de personas en las grandes orbes, ha acarreado mega producciones que mantienen en constante funcionamiento a las sociedades modernas. Tras siglos de años de evolución social, el ser humano se ha conglomerado en comunidades por la misma razón que lo ha llevado a continuar con esta práctica: evitar el aburrimiento. La búsqueda del sentido. El ocio.
Esta es una de las razones que obligaron a continuar con las tradiciones de rituales colectivos que proporcionaban un sentido a la existencia. Por cientos de años la humanidad ha desarrollado el síntoma de agregar más y más elementos a su visión que les justifican el estar con vida sin una explicación ontológica profunda. Poco a poco prefirió divertirse que continuar con dicha búsqueda.
Otra característica de la sociedad moderna, al que se ha llegado debido a los grandes niveles de miseria, a la guerra y el hambre, es la individualización. Este fenómeno consiste en cobrar conciencia de que existen necesidades específicas de placeres determinados que nos transforma en seres individuales, por sobre las agrupaciones sociales a las que pertenecemos.
De esta forma en el siglo XXI la apatía, los medios masivos de comunicación y el bajo perfil de necesidades estéticas, que son las que dictan nuestra sutileza en los gustos que tenemos, son de muy baja calidad. Hemos aprendido a no exigir y a vivir en lo cotidiano.
Aburrirse es una condición natural del ser humano. Pero hemos construido casas y habitaciones que nos aíslan del entorno. Un animal en libertad no se aburre, constantemente está en alerta y buscando alimentos, pero un animal enjaulado sólo sabe girar en derredor suyo y caer en el tedio. Nos obligamos a construir una realidad que está al alcance de nuestras necesidades más intimas derivadas de la gran depresión que nos ha originado la mega concentración popular. Para ejemplo vemos que las necesidades de convivir con los vecinos, hace 100 años, correspondía a la imposibilidad de encontrar personas afines debido a la ausencia de transportes efectivos. Hoy en día lo de menos es tomar un automóvil y dirigirnos hacia alguna parte en donde se encuentra alguien empático con uno. La individualización de las necesidades nos ha vuelto más especializados en los placeres de que gozamos. Pero también del exceso.
Televisiones y demás aparatos como las computadoras que nos hacen concentrar la atención en un sólo punto durante horas. El ser humano ha construido una cantidad inimaginable de espectáculos y formas de divertirse con tal de evadir su creciente inconformidad. La tensión, el trabajo, el estrés, son elementos que no permiten disfrutar de pequeños placeres, por el contrario lo hace reprimir ciertas conductas, que poco a poco lo van frustrando y conduciendo a excesos. La supresión de los placeres y el exceso de otros (como el alcohol) producen patologías sociales que rápidamente degreadan las relaciones humanas. Según Bertrand Russell en su ensayo La búsqueda de la felicidad algunas de las más comunes son la fatiga, la envidia, el sentimiento de pecado y el miedo.
¿Qué hacer ante un escenario tan lamentable? La respuesta es sencilla: buscar ser felices. Tal y como lo propone Russell, algunos valores que aunque se han degradado y se les empieza a considerar como obsoletos por las sociedades consumistas, como la familia y el cariño y otros como el esfuerzo, la voluntad y la resignación, resuelven la búsqueda constante del sentido. A través de la historia el ser humano ha avanzado en su introspección, concentrándose en lo que no puede explicar, olvidándose de lo que existe en el exterior. Si lográramos por un momento vivir sin la ofuscación constante de aquello que no puede resolverse en nuestras mentes, si lográramos concentrar la atención a nosotros mismos sin excesos, los niveles de estrés en nuestra vida disminuirían y los niveles de felicidad nos harían terminar con búsquedas absurdas que no podrán resolverse.

Bertrenad Russell.(1930) La conquista de la felicidad. Edit. Random house mondadori. Colecc. Debolsillo. México .

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