lunes, 13 de julio de 2009

El ejercicio de la crítica en la sociedad: Alfonso Reyes

Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
El ejercicio de la crítica en la sociedad: Alfonso Reyes

El gran maestro de las letras mexicanas, Alfonso Reyes, en su ensayo Aristarco o anatomía de la crítica con su mejor estilo, sencillo e irónico, expone “¡La crítica, esta aguafiestas, recibida siempre como el cobrador de alquileres, recelosamente y con las puertas a medio abrir! La pobre musa, cuando tropieza con esta hermana bastarda, tuerce los dedos, toca madera, corre en cuanto puede a desinfectarse.” Y aunque la crítica es constantemente asociada al arte, su ejercicio en el análisis de las prácticas personales, comenta Reyes, ayudaría en la construcción de un pensamiento comunitario mucho más armonioso.
En una época en que no somos capaces si quiera de confiar en nosotros mismos (no nos interesa conocernos, la postmodernidad ha traído un vacío con sabor amargo, a abandono, que nos mantiene en una indiferencia por demás pasiva), Reyes se mofa de quienes reniegan del uso de la razón como herramienta principal de la crítica, aduciendo las suposiciones más comunes: “Todo lo ha de contrastar, todo lo pregunta e inquiere, todo lo echa a perder con su investigación analítica”.
Alfonso Reyes con erudición y humanismo, pretende la exposición de la crítica como elemento esencial de la revolución en el mundo de las ideas (para lograr la armonía en la convivencia social), no es creada con la intención de destruir, al contrario el maestro sugiere que debe ser una especie de conciencia.
Con gran habilidad sustenta su dicho en el arte y se sujeta de grandes artistas y poetas como Antonio Machado, para señalar “Converso con el hombre que siempre va conmigo.” Es decir la enunciación del yo crítico. Reyes en alguna de sus entrevistas dijo que nada ha sido entendido realmente si no somos capaces de explicárselo a la abuela. Así pues, deja en manos del ejemplo más común del que esta herramienta se ejecuta, cuando el artista ha creado: “La primera etapa del diálogo implícito se enlaza, así, con la etapa segunda, en tanto que se llega al diálogo explícito. Ya el poeta se admira de su propio don, y se enorgullece de él, al paso que le impone correctivos y normas; se entusiasma a la vez que duda. El candor de aquel primer asombro, el temblor de aquella duda primera, admite un ejemplo eximio”. Y se desentiende de la polémica de si la crítica es buena o mala “Ante todo, la crítica no es necesariamente censura en el sentido ordinario. La crítica también encomia y aplaude. Más aún, explica el encomio y enriquece el disfrute”.
“La esencia de los entes se revela en su función constructora. Admitamos que cuando la crítica niega, es porque la creación no se sostiene, es porque la creación no existe. De lo contrario no estaríamos ante la crítica, sino ante la falsa crítica. Demos ahora por admitida la excelencia del poema al que se acerca la crítica. Sólo así someteremos la crítica su prueba por excelencia.” La crítica es un elemento sublimado por la razón. Que se valdrá siempre de tres características esenciales de cualquier pensamiento: La impresión causada en el individuo, la interpretación que este hace del acontecimiento y finalmente el juicio.
El maestro Alfonso Reyes intenta acercarse a una de las necesidades más primordiales del ser, su búsqueda ontológica, por lo que asegura que el más puro sentido crítico, aplicado en la vida cotidiana, permite el regocijo de los pequeños placeres que dan sentido a la vida humana y aún así se lamenta “Pero no puede exigirse de todos que posean la suma afinación del artista, este agente de mutaciones en la sensibilidad de los pueblos. El iniciar a los más posibles se convierte, por eso mismo, en un alto deber social.”

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