jueves, 9 de julio de 2009

La crónica del absurdo urbano

Armando Palomas
La crónica del absurdo urbano.

El género urbano en el rock mexicano ha visto nacer a muchos de los grandes cronistas de la ciudad. Los que realizan el retrato no oficial de la sociedad. El más grande fue Rockdrigo González quien llevó a lo sublime el cotidiano de las orbes en los años ochentas.
El postmodernismo actual, su vacío e indiferencia (que sustituye al existencialismo Sartreano y el nihilismo Nietzchista) ha auxiliado a la creación de grupos sociales con una identidad indefinida, partícipe de movimientos culturales superfluos. La música no ha sido la excepción. La intimación con ideales culturales tergiversados por los mass media, conduce a la juventud a bajos estándares de apreciación estética.
De entre la cuestionable calidad de la cultura oficialista, la subversión nace de la misma cultura popular. Las raíces del pueblo adaptadas al lenguaje contemporáneo, podría ser quizás una definición del nuevo rock urbano que tan cercano a sus bases, insiste en mantenerse vigente. A la usanza de la vieja escuela trovadoresca europea del siglo XII, la ejecución de un instrumento de cuerdas, es suficiente acompañamiento para la expresión de la crónica urbana.
Armando Palomas es un cantautor nacido de las más oscuras entrañas del chopo. Cronista no oficial de la ciudad, sus canciones anteponen el sentido colectivo de las pasiones del orbe mexicano. Su temática abarca todos los ángulos imaginables, desde el desamor, la evasión y la descripción de los pintorescos paisajes de la ciudad de México, hasta el enfrentamiento cultural de las hoy llamadas “tribus urbanas” o simplemente de un clásico domingo beisbolero, Palomas nos ofrece en sus canciones el sentir popular, que protesta inconforme contra el sistema cultural establecido.
Con el humor como sello característico, la vitalidad y la enjundia de sus letras, revelan la estética de la cotidianidad que acercan a lo fantástico de la poética urbana.

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