lunes, 13 de julio de 2009

Jaime Sabines “el poeta de los jóvenes” 1

Liróforo
Gabriel Velázquez Toledo
Jaime Sabines “el poeta de los jóvenes”

Primera entrega.-
Jaime Sabines representa para Chiapas y México uno de sus máximos exponente de la poesía. La incursión literaria en la realidad próxima de una tierra que clamaba por tener una oportunidad de ser escuchada, se reflejó en la poesía de este hombre; natural y carismático, que nació en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; el 25 de marzo de 1926. Hijo del Mayor Julio Sabines, de origen libanés, y de doña Luz Gutiérrez, nacida en el Estado.
La generación de escritores chiapanecos, que tuvieron su máximo esplendor alrededor de la segunda mitad del siglo XX, forjaron con su influencia un movimiento que se caracterizó por la forma en que llegaron a expresar el sentimiento colectivo del estado en el que vivieron, Sabines, Castellanos, Zepeda, entre otros; exaltaron con sus letras, la personalidad de un pueblo que, desplazado por su pobreza, se encontraba ávido de héroes que exaltasen su sentir.
Jaime Sabines supo erguirse como el representante de la angustia, la desilusión y la ausencia. Sabines es el poeta de lo cotidiano, de una cultura que se fusionaba constantemente entre sus elementos antagónicos, entre la modernidad y lo indígena, lo palpable y lo imaginario, lo común y la eternidad.
Tuvo sus mayores retos en la lucha constante que le representaban sus ideales y su vida, era presa de un oficio heredado en su ambiente familiar, el comercio y de una vocación literaria que en momentos sentía morir, en medio de su soledad intelectual, en una provincia pequeña de la que era parte.
El amor y los sentimientos sublimes del pensamiento, son una de las constantes del poeta bohemio, buscaba en cada palabra tener la sensación del placer, constantemente se refería al sentimiento humano, reflejaba el pensamiento de todos aquellos nostálgicos que anhelaban sus letras como parte de su sentir, sus letras son el homenaje a la vida misma, que es el motor de sus composiciones, a la vida sencilla, con sus placeres y devenires.
Sincero en su pensamiento y en su forma de actuar, su poesía simple, influyó en toda una época. Sus palabras se convirtieron en el lenguaje de los amantes, pero también en el sentimiento colectivo de una juventud hambrienta de un idealismo romántico. De clara influencia romántica, invadida por una vulgaridad vernácula (siempre defendió el lenguaje que se producía de las necesidades más profundas del alma por sobre la concepción intelectual de la poesía) Sabines gustó de servir como vehículo de una necesidad social conjunta, la de encontrar su sentido.
Su vida nos demostró que fue un hombre muy cercano a su familia y a los valores de su pueblo, pero que aspiraba a colocar su nombre en los arcanos de la historia, si bien, escribía únicamente para satisfacer su deseo intelectual.
Sus poemas son viajes al fondo oscuro de las emociones cotidianas, siempre desgarradores, con temas que intrigan. Muchas de sus obras son toscas y abruptas, dedicadas al amor y a la muerte, en las que el ritmo y el lenguaje cautivan por su asonancia (muchas veces deja de parecer poesía se vuelve un diálogo), porque Sabines habla al lector en términos muy simples, tomándolo a menudo por asalto y es por eso que se identifican con él; está hecho de pueblo, de sentimiento humano y de hechos comunes y cotidianos.
El fallecimiento de su padre primero, y luego de su madre y hermanos, además de una muy conocida querida tía suya, lo volvieron referencia de la muerte y de toda una gama de pasiones que lo transformaron en el hombre que escribió para lo cotidiano. Muestra de lo mismo, es el poema Algo sobre la muerte del mayor Sabines, una secuencia de dolor en carne viva, doliente, que refiere la muerte de su padre y roba el sentir y lo hace uno solo, nos congenia con su miedo y su serenidad, su percepción ante la soledad.
Pero Sabines no se detiene ahí, busca encontrarse con temas que le representan un sentimiento sublime, una idea distinta con la que se puede influir en el pensamiento, es por eso que representa a Dios en la lucha constante de su yo poeta, discute con él, lo transforma en sentimientos, en una recompensa. Sabines contrapone el pensamiento de la gran ciudad con el de un hombre solitario y debemos de entenderlo como tal, que poseía defectos y virtudes, necesidades y sentimientos, hambre y sueños.

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