sábado, 11 de julio de 2009

La cultura de la represión.

Liróforo.
Gabriel Velázquez Toledo.
La cultura de la represión.

En un país en el que los grupos políticos y los gobernantes de las grandes orbes, demuestran su incompetencia para lograr acuerdos sociales que garanticen el respeto a los mínimos derechos individuales que poseemos como ciudadanos, como lo son la libre expresión, libertad de tránsito en el país y la libre asociación. En vez de eso, se nos fomenta la cultura del NO, la cultura del miedo, la cultura, en que hoy vivimos, de guerra y violencia. Parece suficiente que la negación de estos derechos han logrado enajenar a toda una sociedad que simplemente no comprende qué sucede, que vive agazapada y con miedo a pensar.
En México vivimos en un sinfín de absurdos, en el que las vejaciones e impotencia son pan de todos los días. La cultura de la represión no es algo nuevo. Las culturas prehispánicas cobraban dotes y a cambio protegían sus territorios y garantizaban su expresión cultural y protección. Los españoles reprimieron y sometieron a todo un continente por medio de las armas y la iglesia. Lo sorprendente en pleno siglo XXI es que a pesar de que han pasado más de 500 años de esto, aparentemente la evolución del mundo de las ideas y la tecnología no ha sido suficiente para terminar con estas prácticas. Y es que hoy vivimos en la desorganización total. Pero no seamos inocentes, las cosas han sido propiciadas por los poderes fácticos, ávidos de nuestra atención y nuestro dinero.
Reprimir es detener y castigar, es no permitir la libre expresión de una voluntad. La represión empieza en nuestras casas. Mamá ve las telenovelas y aprende de esos antipáticos personajes cómo debe comportarse. Son el único referente cultural de conducta que poseen. Hoy no podemos culpar a la educación familiar pues recordemos que llevamos más de medio siglo con esta estúpida tradición de sentarnos horas frente al televisor a ver pasar vidas ajenas. Pero no queda ahí, los hijos aprenden a ser rebeldes de un puñado de alcohólicos y bulímicas idiotas sin ideología, que casualmente salen en el otro canal de la misma empresa.
Hemos aprendido a convivir con la represión. La tenemos en la pareja, en la familia, con los amigos y en la sociedad en general. Hemos aprendido a censurar y reprimir nuestros propios instintos. Hemos logrado la no evolución de las ideas y esto es un ejemplo de ello. Y por encima de todo esto, hemos aprendido a ver con indiferencia el desprecio con el que las clases “dominantes” actúan, hasta el grado de verlos formar a través de los años cuerpos represivos para que actuemos según sus criterios. Nos obligan a gozar de una “libertad” dentro de un régimen.
Peor aún para el pueblo, estos cuerpos represivos que se esconden bajo la bandera de instituciones del orden, están ahí, merodeando al acecho de quien no sea de su agrado. Cuántos de nosotros no tenemos un conocido que haya sufrido en carne propia la extorsión o la violencia que estos, nuestros guardianes del orden, propician. Si a todo esto sumamos la nimia educación de que dichos sujetos hacen presunción, lamentablemente ignoran incluso cual es el deber que se les embiste, se logra una banda de puños autómatas que sólo respetan el dinero.
Me pregunto constantemente ¿Qué habría sucedido si en vez de declararle la guerra al narcotráfico, se hubieran aumentado los apoyos reales que las instituciones de educación necesitan para crear una sociedad organizada y funcional? ¿Qué, si en lugar de crear instituciones policiacas nacionales, creásemos centros comunitarios de cultura? Sucedería entonces que nos liberaríamos de las cadenas de telecomunicaciones. Que leeríamos más y envidiaríamos menos. Que los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, llevarían al diálogo, al respeto y a la tolerancia, pues cultivar la inteligencia es la única forma de avanzar en este mundo de las ideas. O como diría el mastuerzo “pensamiento que se estanca, pensamiento que se pudre”.

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